Los antibióticos son fármacos que atacan y destruyen microorganismos bacterianos. No tienen actividad contra los virus ni contra los hongos.
El más conocido es la Penicilina descubierta por Alexander Fleming a partir del hongo Penicillium Notatum. Hay registro de que muchas culturas antiguas han utilizado mohos procedentes de la tierra o alimentos fermentados para tratar heridas.
No fue hasta el siglo XIX cuando se descubrió la presencia de microorganismos como causantes de las infecciones. A partir de ahí, las investigaciones se dirigieron a la lucha contra los mismos. No sólo con fármacos, sino con mecanismos para prevenir su transmisión (higiene, uso de mascarillas, aislamiento de los enfermos, etc).
Fleming se encontraba estudiando unas placas sembradas con Staphylococcus Aureus y descubrió que algunas de ellas estaban contaminadas por un hongo. Y justo en ellas, las bacterias habían dejado de proliferar.
Los antibióticos actúan contra las bacterias destruyéndolas o inhibiendo su crecimiento (bactericidas o bacteriostáticos). Cada grupo de antibióticos es eficaz contra determinados tipos de bacterias, es decir, no todos sirven para tratar todas las infecciones.
Hábitat de las bacterias
Las bacterias son los organismos más abundantes del planeta. Son ubicuas, se encuentran en todos los hábitats terrestres y acuáticos. Crecen hasta en los más extremos como en los manantiales de aguas calientes y ácidas, o en desechos radioactivos. Algunas bacterias pueden incluso sobrevivir en las condiciones extremas del espacio exterior. Se estima que se pueden encontrar en torno a 40 millones de células bacterianas en un gramo de tierra y un millón de células bacterianas en un mililitro de agua dulce. En total, se calcula que hay aproximadamente 5×1030 bacterias en el mundo.
Las bacterias y el ser humano
En el cuerpo humano hay aproximadamente diez veces más células bacterianas que células humanas. Una gran cantidad de bacterias se encuentran en la piel y en el tracto digestivo.
Las infecciones se producen cuando colonizan tejidos en los que habitualmente no están presentes.
Las enfermedades bacterianas más comunes y mortales son las respiratorias, sobre todo la tuberculosis.
Las bacterias se dividen en diferentes grupos atendiendo a su forma y tinción. Recordamos que los antibióticos también se dividen en grupos según sus propiedades. Cada grupo es bactericida (destruye bacterias) o bacteriostático (impide su crecimiento) para determinado grupo de bacterias. Insistimos en que no todos los antibióticos son eficaces para todas las bacterias.
Bacterias y prescripción de antibióticos
Para saber cuál es la bacteria causante de una infección, debería realizarse un cultivo de sangre o del tejido infectado. En la práctica esto sólo se realiza en infecciones graves. Dado que la mayoría de las patologías son causadas estadísticamente por bacterias ya conocidas, se prescriben los antibióticos en función de la enfermedad a tratar, es decir, de forma empírica.
Por todo ello es importante no realizar nunca auto tratamiento y consultar siempre a su médico. El le prescribirá el antibiótico idóneo para su proceso, o ninguno si cree que se trata de una viriasis.
La dosis y duración del tratamiento con el antibiótico elegido es de vital importancia. Si no se alcanza la dosis total necesaria o se interrumpe el tratamiento antes de tiempo por mejoría del cuadro, es posible que no se haya curado del todo. Habitualmente la duración del tratamiento necesaria es de 8 a 10 días.
Uno de los problemas a los que se enfrenta en la actualidad la medicina especializada en enfermedades infecciosas es que cada vez existe mayor número de bacterias resistentes a antibióticos. Esto se produce por el mal uso o uso indiscriminado de antibióticos de forma innecesaria o inadecuada. Cuando de verdad necesitemos tomar un antibiótico, es posible que éste no sea eficaz porque la cepa bacteriana sea resistente.
Tampoco debemos ignorar los efectos secundarios de los antibióticos que existen como en cualquier otro fármaco. Pueden ir desde pequeñas molestias gastrointestinales, dolor, vómitos o diarrea hasta alergias severas con consecuencias fatales.
Conclusiones
- Los antibióticos no sirven para tratar todas las infecciones.
- Las enfermedades infecciosas más comunes son víricas, y en ellas los antibióticos no sirven para nada.
- Se debe siempre consultar con el médico antes de auto-medicarse.
- No se debe interrumpir el tratamiento antes de lo recomendado, ni se deben rebajar las dosis por mejoría de los síntomas.
Sobre el autor
Dra. Teresa Gómez
Oftalmóloga de Equipo Clínico de ATAM