Avances en la detección temprana del autismo

EQUIPO CLÍNICO DE ATAM

El autismo es un trastorno del neurodesarrollo de inicio en la infancia y que tiene comprometidas principalmente tres áreas del desarrollo:

  1. Dificultades en el desarrollo de la comunicación verbal y no verbal.
  2. Dificultades en la interacción social.
  3. Presencia de patrones restrictivos y repetitivos del comportamiento.

Para poder hacer un correcto diagnóstico del autismo los síntomas deben estar presentes desde las primeras fases del desarrollo, pero la dificultad de esto radica en que son conductas que van emergiendo evolutivamente en el desarrollo. Estos síntomas pueden no manifestarse en su totalidad hasta que la conducta emerja en el desarrollo o la demanda social supere la capacidad disponible en cada niño.

El autismo es un trastorno que afecta al 1,5% de la población y tiene tres niveles de afectación según la severidad de los síntomas y el funcionamiento en el ambiente familiar, social y escolar.

 

Diagnóstico complejo

 

A día de hoy, su diagnóstico es complejo y generalmente se consigue un diagnóstico en firme a una edad media de 4 años, aunque de manera retrospectiva los padres comienzan con preocupaciones en el desarrollo de sus hijos desde los 18 meses. Esta discrepancia hasta alcanzar el diagnóstico es un tema de gran importancia, ya que impide que los niños con autismo puedan comenzar con los tratamientos que requieren para estimular y favorecer un mejor funcionamiento y su óptima adaptación al entorno.

Los laboratorios de investigación en autismo están trabajando fuertemente en comprender e identificar aquellos factores o signos conductuales que pudieran darnos pistas para su diagnóstico temprano.

 

Signos conductuales en TEA

 

Un niño con Trastorno del Espectro Autista parece tener un desarrollo normotípico durante los primeros meses de vida. Los síntomas se van manifestando a lo largo del desarrollo. Otra característica típica es la pérdida de habilidades ya adquiridas a lo largo del desarrollo, como puede ser perder la mirada social o perder palabras ya adquiridas.

Lo que están observando los investigadores es que hay algunos signos conductuales clave que pueden permitirnos identificar situaciones de riesgo de autismo en etapas tan tempranas como los 9 meses de edad.

Factores como la respuesta al nombre o el uso repetitivo y sensorial de objetos puede ser un identificador temprano y fiable de posible TEA.

En algunas ocasiones los padres muestran dificultades para identificar si la conducta de sus hijos es lo esperable o pueden ser signos indicativos de un posible autismo. Por lo que  para facilitar su identificación, algunos expertos están empezando a utilizar el apoyo a través de pequeños vídeos en los que se compara una conducta típica del autismo con la misma conducta en niños normotípicos. Esto facilita la identificación de las conductas por parte de los padres y ayuda en la detección temprana del trastorno.

El TEA es un trastorno que se sabe que tiene un alto componente genético, por lo que cuando hay algún hermano en la familia con un diagnóstico de autismo es recomendable hacer un seguimiento a los otros miembros de la familia con evaluaciones formales a los 18 y 24 meses.

 

Alertas en la detección del autismo

 

Algunas de las alertas a tener en cuenta para acudir tempranamente a un especialista son:

A los 6-9 meses:

  • No sostener la mirada a las caras.
  • No tener una sonrisa social.

De los 9 a los 12 meses:

  • No responder al nombre.
  • No tener ningún tipo de balbuceo.
  • No tener atención compartida en juegos y cuentos.
  • Hacer uso repetitivo de los objetos.
  • No mostrar afecto.

De los 12 a 18 meses:

  • No señalar o enseñar cosas a otros.
  • No hacer uso de palabras.
  • No hacer uso de gestos.
  • No imitar.
  • No estar interesado en iguales.

 

Estos signos conductuales pueden ser algunos de los síntomas compatibles con el TEA, por lo que, si se observa que no adquiere estos hitos, es recomendable acudir a una evaluación formal en autismo para descartar o diagnosticar el trastorno y poder empezar de una manera temprana con los tratamientos que podrán ayudar y mejorar el funcionamiento de cada niño.

Sobre el autor

María Laorden

Neuropsicóloga del Equipo Clínico de ATAM

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