Diferencias entre artrosis y artritis

EQUIPO CLÍNICO DE ATAM

Es muy frecuente encontrar en artículos de divulgación la confusión entre dos términos, que representan patologías bien diferenciadas, motivado por una mala traducción del inglés de una palabra: Osteoarthritis, que significa Artrosis y que en muchos casos se traduce como Artritis, resultando una patología completamente diferente.

 

La artrosis: Qué es y cuáles son los factores de riesgo

La artrosis, un proceso lentamente degenerativo de las articulaciones, común a todas las personas según pasan los años, con mayor o menor severidad, que puede iniciarse desde los 40 años. Lo característico es sentir una rigidez marcada al despertar, y que aumenta con la carga excesiva de actividad, lo que se denomina “dolor mecánico”. Aumentan también los crujidos articulares y puede aparecer deformación ósea sin una inflamación muy evidente.

El cartílago que protege las articulaciones revistiendo los huesos, va perdiendo grosor y este proceso va dejando expuestas partes del hueso. En los bordes de la articulación, el hueso se densifica produciendo una especie de espuelas, llamados “osteofitos”. Éstos interfieren con el movimiento normal de la articulación provocando inflamación. La membrana que recubre la articulación (membrana sinovial) también sufre un engrosamiento.

El diagnóstico clínico se apoya en pruebas de imagen como una radiografía simple en las que pueden apreciarse estos cambios degenerativos, en grandes articulaciones y columna vertebral. El tratamiento suele consistir en fármacos analgésicos -para evitar dolores-, actividad física, y en periodos de mayor dolor, tratamiento rehabilitador.

 

Factores de riesgo para padecer artrosis

  • Edad
  • Obesidad,
  • Sexo femenino,
  • Sobrecarga laboral en determinados gestos
  • Caídas
  • Lesiones en regiones de forma repetida entre otros

Recomendaciones para la artrosis

En el caso de la artrosis es muy importante:

  • Mantener una actividad diaria, evitar el reposo. Esto es fácilmente comprensible al considerar que el líquido sinovial (el que se encuentra en las articulaciones) se hace más denso y el espacio articular se reduce asimétricamente. Cuanto menos nos movamos, tendremos más dificultades progresivamente para comenzar a movernos. Es común que una persona mayor, con frecuentes ingresos hospitalarios o reposo sienta mayor dolor producido por la “artrosis” por esta inmovilidad asociada al ingreso. Mantenerse activo no significa caminar todos los días una hora. Es preferible caminar varias veces al día con asiduidad y constancia.
  • En el caso de la artrosis, la aplicación del calor local justo en las articulaciones es adecuada y ayuda a mejorar el dolor. Nunca debe hacerse periodos prolongados de tiempo, es decir, más allá de 20 minutos continuados. En ocasiones aparecen tendinitis (típicas en rodilla), que mejoran claramente con frío. En estos casos el hielo (un cubito metido en una bolsa) debe aplicarse muy localmente en la zona de tendinitis y no más de 10-15 minutos.
  • El control analgésico, habitual con paracetamol u otros analgésicos, debe ser respetado y seguir las pautas del médico. En ocasiones por cuenta propia la persona que no siente dolor intenso decide interrumpir el tratamiento y aguantar hasta tener dolor, o bien reducir la cantidad. Eso supone un error común, los tratamientos deben tomarse de forma constante, aún en ausencia de dolor. Se deben respetar siempre los consejos del médico.

 

El diagnósticos de la artritis

La artritis es un proceso inflamatorio de las articulaciones, y puede aparecer desde una edad juvenil, con una rigidez que dura más tiempo que la artrosis. Lo más significativo es que se suelen producir los llamados “brotes artríticos”, con intenso dolor y limitación de la articulación. Éstos dificultan la movilidad y pueden llegar a crear limitaciones importantes del movimiento.

El diagnóstico se realiza por varias vías, con analítica de sangre, pruebas de imagen (radiografías) y la mediante la exploración clínica.

Es evidente que un “golpe” en una articulación provoca una artritis, denominada post-traumática. Estará limitada en el tiempo y sólo requerirá de tratamiento anti-inflamatorio temporalmente.

Etapas de la artritis reumatoide

La artritis reumatoide es el ejemplo más claro de artritis. Es una enfermedad que evoluciona en tres etapas:

  1. La membrana sinovial que recubre la articulación sufre de una inflamación, con dolor, calor, enrojecimiento local e hinchazón.
  2. Tras esto se produce un engrosamiento de esta membrana sinovial, formando el llamado “panus”, que extiende esa inflamación hacia el propio cartílago de la articulación. En esta fase se inicia la destrucción articular directamente.
  3. La tercera fase sería la que afectaría el cartílago y hueso articular, se produce una “cicatrización” del proceso anterior. Lleva a las deformidades articulares y la formación de tejido conjuntivo que lleva a las retracciones y limitaciones del movimiento.

Cabe destacar para diferenciar de la artrosis, es que esta degeneración se produce por un componente inflamatorio, autoinmune muy frecuentemente. El cuerpo ataca estructuras propias de las regiones articulares. El tratamiento de una artritis con componente reumático se lleva a cabo por medio de antiinflamatorios, fármacos inmunosupresores y otras medidas diferentes a las de la artrosis.

El tratamiento de las artritis (la reumatoide es la más conocida), es siempre farmacológico, ayudado por la rehabilitación en muchas ocasiones para mantener rangos de movilidad. En Reumatología se emplean desde hace unos años los llamados “Fármacos modificadores del curso de la enfermedad” que se han demostrado eficaces en cuanto a detener la progresión de la enfermedad en muchos casos. El abanico terapéutico de la reumatología cada vez incluye más recursos y más específicos.

 

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