Estrés: aprende a escuchar tu cuerpo

EQUIPO CLÍNICO DE ATAM

El estrés crónico es un factor de riesgo para tu salud física y mental. Estamos acostumbrados a vivir con un nivel de estrés diario muy elevado que discurre junto a largas jornadas laborales con mucho trabajo. Lidiamos con problemas y conflictos que nos acaban pasando factura. Todo porque nos hemos acostumbrado a vivir en un estado hiperalerta en el que no nos permitimos parar y tomar conciencia de nuestro propio cuerpo y mente, no siendo conscientes de cuando ese estrés nos pasará factura.

Nuestras emociones y sentimientos tienen también su reflejo en el cuerpo, haciendo que el estrés y el malestar psicológico se libere por medio de síntomas físicos. Si no prestamos atención a estas sensaciones y no aprendemos a interpretarlas podemos estar ignorando señales de alarma que nuestro propio organismo nos da.

 

Sistema Digestivo y sistema Nervioso

 

Existe una estrecha relación entre el sistema nervioso central y el sistema digestivo. Se ha descubierto que aproximadamente el 95 % de la serotonina corporal  se produce en el intestino y se intercambia entre el cerebro y el intestino a través del nervio vago. La microbiota intestinal (los microorganismos que colonizan nuestro intestino) está relacionada con distintos síndromes y trastornos neuropsiquiátricos. Es una de las líneas de investigación en la actualidad para patologías como la depresión, el autismo o enfermedades neurodegenerativas.  Aunque aún no se conoce exactamente cuáles son las vías por las que se relacionan ambos sistemas, se ha comprobado que existe una interacción bidireccional entre el eje microbiota-intestino-cerebro y el estrés, produciéndose una alteración de la microbiota intestinal en situación de estrés mantenido y viceversa.

 

Cuerpo y mente: aprender a escucharlos

 

Por esto es fundamental que aprendamos a atender y a escuchar a nuestro propio cuerpo. Es necesario que hagamos caso a las señales que nos envía.  A lo largo del día vamos a manifestar múltiples sensaciones que solemos pasar por alto e incluso que intentamos ignorar. Es fácil que ante días importantes y estresantes notemos pinchazos en la tripa o la necesidad de acudir al baño con mayor frecuencia. Es probable también que nuestro corazón se acelere o notemos que tenemos que llenar los pulmones de forma más lenta o con mayor profundidad para desacelerar nuestro corazón o nuestra cabeza. Puede incluso que algunas noches nos despertemos con más frecuencia o que no sea necesario que suene el despertador porque dos minutos antes de la hora ya nos hayamos despertado. O que últimamente tenga dolores de cabeza o migrañas con mayor frecuencia de lo habitual.

Todos estos signos, por si solos, no quieren decir que tengamos alguna enfermedad o necesitemos ayuda de un profesional, pero cuando se dan varios de ellos, sí que puede querer decir que estamos estresados y que es necesario que hagamos algo para remediarlo.

 

¿Qué podemos hacer para evitar el estrés?

 

Una de las primeras decisiones que podemos tomar para poder disminuir el estrés y así poder ser más conscientes de nosotros mismos es reducir el ritmo de vida diario. Aunque parezca imposible, con pequeñas decisiones vamos a conseguir disminuir parcialmente esta carga.

  • Podemos levantarnos un poco antes para comenzar el día con mayor tranquilidad. Sin la sensación de tener que ir con prisas desde que despertamos.
  • Intentar dedicar un tiempo al día para despejarse. Poder parar tus pensamientos y disfrutar de un paisaje, de una canción, un paseo o de estar sin hacer nada contigo mismo. En el ritmo de vida diario esto parece una acción casi heroica, pero si dedicamos unos minutos para hacer estas actividades notaremos como nuestro nivel de estrés disminuye notablemente. Para hacer esto sería recomendable desconectar nuestro teléfono móvil durante ese tiempo.
  • Mantener una alimentación y sueño. Evitar las bebidas excitantes o las comidas que puedan alterar nuestro tránsito intestinal haciéndonos sentir pesados o con malestar. Esto nos permitirá poder identificar mejor nuestros estados físicos y emocionales.
  • Permítete sentir, no te juzgues por tener distintas emociones. Hoy en día parece que el sentir tristeza, tener ganas de llorar, estar enfadados o simplemente no ser completamente felices es algo de lo que tengamos que arrepentirnos o avergonzarnos. Es necesario que te permitas sentir y no te juzgues por ello. Todas las emociones tienen una función, si las reprimimos o intentamos ignorarlas, lo que provocamos es que esa función no sea satisfecha. Dedícate un tiempo a vivir en el aquí y en el ahora, a aceptar tus emociones. Para ello te puede venir bien hacer algunos ejercicios o técnicas que te permitan hacer esto y te ayuden a conectar tu cuerpo y tu mente. El practicar Yoga, Taichi o Mindfulness nos puede ayudar a disminuir el estrés diario y permitirnos escuchar a nuestro cuerpo.

 

Conclusión

Si comienzas a notar los avisos de tu cuerpo, vas a poder identificar lo que te está sucediendo en tu interior y alrededor, además de las emociones que están apareciendo. Ello te va a permitir reaccionar y tomar decisiones. Al hacerlo vas a evitar que se incremente el estrés, la ansiedad o simplemente el malestar. Y ese el mayo objetivo, recuperar el control de tu día a día y, en definitiva, el de tu propia vida, lo que sin duda hará que todo tu organismo se encuentra mejor y más sano.

Sobre el autor

Dr. Luis Olivares Gerechter

Psiquiatra del Equipo Clínico de ATAM

© Atam para el Apoyo Familiar 2020