Demencia y visión

EQUIPO CLÍNICO DE ATAM

Es un hecho que la población de los países desarrollados es cada vez más longeva. La mejoría en la calidad de vida, alimentación y tecnología permiten un mayor desarrollo socio-económico que se traduce entre otras cosas en un aumento de la edad poblacional. Vivimos más, sí, pero conlleva un precio. Da la impresión de que algunas enfermedades han aumentado en frecuencia, pero no siempre es así. Algunas de ellas van claramente asociadas a la edad, por lo que es lógico que se diagnostiquen cada vez más en relación con el envejecimiento de la población. Es el caso de las cataratas, la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), las enfermedades cardiovasculares y el deterioro cognitivo.

La prevalencia de las demencias sea cual sea la etiología, aumenta de forma exponencial entre los 65 y 85 años, y se multiplica por 2 cada 5 años, alcanzando un 20% para personas mayores de 80 años, y un 25% para personas mayores de 85 años, es decir una de cada cuatro personas.

En España, según las edades, la prevalencia de demencia es de:

  • 4,2 % para la población entre 65 y 74 años.
  • 12,5 % para la población de 75 a 84 años.
  • 27,7 % para la población de más de 85 años.

 

Según el sexo, la prevalencia es de:

  • 11,1 % en mujeres.
  • 7,5 % en varones.

 

Demencias primarias y secundarias

 

Podemos clasificar las demencias en primarias y secundarias.

Demencias primarias

 

  1. -Enfermedad de Alzheimer. Es la más frecuente y su causa es desconocida.
  2. -Demencia por cuerpos de Lewy. Los cuerpos de Lewy son acúmulos de proteínas anormales que se forman en las neuronas de la corteza cerebral y también en zonas subcorticales.
  3. -Demencia fronto-temporal. Se caracteriza por la degeneración del lóbulo frontal y de los temporales del cerebro.
  4. -Demencia asociada a la enfermedad de Parkinson.

 

Demencias secundarias

Las demencias secundarias son aquellas producidas por una enfermedad conocida. Puede ser de tipo vascular, inflamatoria (esclerosis múltiple…), infecciosa (VIH), hidrocefalia, tumoral, traumática o endocrino-metabólica (hipotiroidismo, déficit de vitamina B12…).

 

Relación anatómica

 

Para comprender mejor la relación que existe entre la demencia y la visión resulta imprescindible conocer la estrecha conexión que existe entre el ojo y el cerebro humano, tanto anatómica como funcionalmente.

El ojo humano es un sistema óptico capaz de captar la imagen, pero debe transmitírsela al cerebro que es quien realmente la interpreta. Para ello, el nervio óptico recoge los axones o terminaciones nerviosas principales de las neuronas de la retina y atraviesa el cerebro hasta la corteza occipital, donde se encuentra localizada el área visual.

Podemos decir, por tanto, que el ojo es una prolongación del cerebro o que forma parte de él. Es lógico pensar que la vía óptica pueda sufrir lesiones a lo largo de todo su trayecto cerebral. Esto es particularmente relevante en el caso de las demencias secundarias, es decir, debidas a enfermedades sistémicas. Tanto los tumores o metástasis cerebrales (que son más frecuentes con la edad) como las enfermedades vasculares, con frecuencia asociadas a diabetes e hipertensión, pueden causar lesiones cerebrales que afecten al trayecto de la vía óptica.

 

Enfermedades oculares y demencia

 

Existen numerosos estudios que apoyan la relación entre determinadas enfermedades oculares y una mayor frecuencia de padecer demencia. Según alguno de estos estudios publicados:

«La degeneración macular relacionada con la edad, las cataratas y las enfermedades oculares relacionadas con la diabetes, pero no el glaucoma, se asocian con un mayor riesgo de demencia. Los individuos con afecciones tanto oftálmicas como sistémicas tienen un mayor riesgo de demencia en comparación con los que sólo tienen una afección oftálmica o sistémica».

En el último estudio publicado en JAMA  realizado sobre una muestra de 3000 personas, se concluye que la mala visión está asociada a la cognición deficiente, lo que  justifican por la menor estimulación y relación con el medio.

Rogers y Langa de la universidad de Michigan en su estudio sobre 650 ancianos concluyen que las personas con problemas visuales tenían 63% más de probabilidades de deterioro cognitivo, y la probabilidad de desarrollar Alzheimer es 9,5 veces mayor.

Por otro lado, se han encontrado alteraciones en la retina de pacientes con Alzheimer y otras demencias. Tanto a nivel de disminución de células de la capa de fibras nerviosas de la retina como a nivel de flujo sanguíneo vascular. Muchos de estos cambios pueden detectarse con una tomografía de coherencia óptica (OCT) presente en la mayoría de las consultas oftalmológicas.

Con pruebas más complejas se ha podido medir el acúmulo de determinadas proteínas en la retina al igual que ocurre en el cerebro de las personas con Alzheimer. Es el caso de la proteína Beta-amiloide.

Además, los estudios indican que hay cambios en los tejidos oculares de quienes tienen otras enfermedades cerebrales como el síndrome de Creutzfeldt-Jacob (la enfermedad de las vacas locas) y la enfermedad de Parkinson.

 

Efectos diarios de los problemas visuales

 

Las alteraciones visuales en la población anciana aumentan el riesgo de caídas con posibilidad de fracturas, y altera significativamente la calidad de vida. La enfermedad de Alzheimer cursa con trastornos visuales como la sensibilidad disminuida al contraste de color, defectos del campo visual, movimientos oculares sacádicos retrasados ​​y movimientos de persecución lentos, o déficits visuales complejos como comprensión deficiente de las palabras escritas (deterioro de la capacidad de lectura). Otros trastornos también frecuentes son las dificultades en el reconocimiento del objeto y de la forma y los problemas para encontrar objetos. Además, el 20% de los pacientes con EA experimentan alucinaciones visuales, especialmente aquellos con problemas de visión y deterioro cognitivo más severo.

 

Esto nos hace plantearnos si deberíamos incluir una revisión oftalmológica completa junto con el estudio neurológico sobre detección precoz de la demencia. Se cree que la deprivación sensorial en pacientes con dificultades de visión puede tener relación con el desarrollo de los síntomas de demencia.

La academia americana de oftalmología recomienda un examen ocular cada 2-4 años en la población de 40-54 años si no tienen factores de riesgo, si no, anualmente. Examen cada 2-3 años entre los pacientes entre 55-64 años y cada 2 años a partir de los 65 (con mayor frecuencia si se detecta patología).

Se trata de un motivo más para realizar una revisión completa a partir de los 60 años. Fundamental para detectar presencia de problemas visuales asociados a la edad, tales como cataratas, DMAE y particularmente en pacientes diabéticos descartar signos de retinopatía diabética.

 

Sobre el autor

Dra. Teresa Gómez

Oftalmóloga de Equipo Clínico de ATAM

© Atam para el Apoyo Familiar 2020