La importancia de hidratarse bien

EQUIPO CLÍNICO DE ATAM

Hay personas que “retienen líquidos”. Notan hinchadas las piernas y tobillos, notan que les cuesta ponerse los zapatos, o notan la presencia de fóvea. Es decir, si presionan la piel con el dedo, notan un hundimiento, una marca que permanece durante algunos segundos tras retirar el dedo. También pueden notar que aumentan de peso, o que les aumenta el perímetro abdominal. Por ello, es importante hidratarse bien.

El término técnico para la “retención de líquidos” es edema. Y su aparición suele ser secundaria a algunas enfermedades. Si se produce de forma generalizada, lo más frecuente es que sea por enfermedades de corazón, hígado o riñón. Otras opciones son por déficit nutricional de proteínas, o como efecto secundario de medicamentos.

No es lo normal. En situaciones normales la ingesta excesiva de agua no se acumula en el organismo, sino que la eliminamos en la orina. Si hemos bebido mucho, retendremos menos agua, y produciremos una orina más diluida. Y al revés: si estamos deshidratados, produciremos una orina mucho más concentrada.

 

Mecanismos de regulación de líquidos

 

La principal vía de eliminación del agua son los riñones. Orinamos más o menos litro y medio al día. Pero también se pierde a través de la piel (sudoración), los pulmones (vapor de agua), y las heces. Este mecanismo, la eliminación de líquido, no es el único que tenemos para regular nuestro equilibrio hídrico. El otro mecanismo es la sensación de sed.

Así que el riesgo de deshidratarse será mayor cuando se altere alguno de los dos mecanismos. Es decir, cuando aumenten las pérdidas de agua, o cuando se pierda la sensación de sed.

 

Importancia de hidratarse: síntomas de deshidratación

 

Cansancio, mareo, contracturas musculares, calambres, bajada de la tensión arterial y aumento del pulso cardíaco. Estos son los síntomas habituales de la deshidratación. En los casos más graves, puede provocar convulsiones, coma, o el fallecimiento.

Hay muchas situaciones cotidianas en las que aumentan las pérdidas de agua. Por ejemplo, al practicar ejercicio físico, o al estar en ambientes con la temperatura elevada. Esas pérdidas también pueden producirse por patologías. Por ejemplo, todas las que producen fiebre o diarrea.

 

Importancia de hidratarse en la Diabetes 

 

En el caso de la diabetes, una de las complicaciones  consiste en el aumento muy marcado de la glucosa en sangre. Esto se asocia a una pérdida del líquido del organismo.

Es frecuente que las personas mayores con diabetes desconozcan que padecen la enfermedad. Esto es porque los síntomas iniciales son escasos y el diagnóstico muchas veces se hace de forma casual.

Los síntomas habituales en jóvenes, como el aumento de apetito, el aumento de sed y de la frecuencia al orinar, son mucho menos frecuentes en personas de mayor edad. Además, el envejecimiento se asocia a una disminución de la percepción sensorial que no solo afecta a la vista o al oído. También afecta al gusto, o a la sensación de sed, afectando así a uno de los mecanismos que nos permite restablecer el balance hídrico.

“Es que a mí no me entra; ya sé que hay que beber unos 2 litros de agua al día, pero soy incapaz”.

 

Consejos para evitar la deshidratación

 

Para evitar la deshidratación en personas mayores una orientación genérica es la ingesta de unos 8 vasos de líquido al día. Se puede conseguir entre agua, zumos de frutas, infusiones, leche o sopas. Hay que tener en cuenta que esta orientación no tiene la misma validez para todas las personas. Pero para todos hay un denominador común: la importancia de hidratarse.

Uno de los motivos es que el agua que ingerimos además de en los líquidos, también está en los alimentos sólidos. Más o menos, se calcula que el líquido contenido en los alimentos equivale a 2-4 vasos de agua al día. Ese contenido es muy variable según el tipo de alimento. Por ejemplo, es nulo en el caso del aceite. O muy bajo en alimentos como el arroz, las galletas o las legumbres. Sin embargo es elevado en yogures o pescado blanco, pudiendo alcanzar el 90-95% del contenido en frutas y verduras.

Además de las diferencias por el agua contenida en los alimentos, también es diferente la biología de cada persona. Nos movemos en una gran diversidad de ambientes. Climas secos o húmedos; temperaturas altas o bajas, entre otros. Si a eso le sumamos la variabilidad de la actividad física que desarrollamos, no se pueden establecer recomendaciones universales sobre la cantidad de líquido que hay que beber.

Ante la duda, y puestos a elegir, mejor pasarse que quedarse corto.  El agua no constituye una fuente de energía, con lo que no engorda. Además, como se comentó antes, con la excepción de algunas enfermedades, no tendremos problema para eliminar su exceso.

 

Sobre el autor

Dr. Juan Luis Aramburu

Médico de familia del Equipo Clínico de ATAM

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