La importancia de un diagnóstico temprano en el Trastorno del Espectro Autista

EQUIPO CLÍNICO DE ATAM

Desde el Equipo Clínico de ATAM te contamos la importancia que tiene el realizar un diagnóstico temprano del Trastorno del Espectro Autista.

¿Qué es el Trastorno del Espectro Autista (TEA)?

El TEA es un trastorno de origen neurobiológico que tiene afectación en la estructura y funcionamiento del cerebro. Como consecuencia de esta afectación, aparecen dificultades en dos áreas principalmente. Una es la interacción y comunicación social y la otra es la flexibilidad de pensamientos y conductas. Esta última es la capacidad para generar más de un posible pensamiento o respuesta a una situación o circunstancia.

En autismo se dice que “no hay dos personas con Trastorno del Espectro Autista iguales”, ya que hay muchos factores que influyen. Destacan todas las variables que influyen en el desarrollo personal y la implicación del entorno, mediante apoyos que pueda recibir. Otro factor muy importante es la presencia o no de discapacidad intelectual asociada y el desarrollo del lenguaje.

A diferencia de otras enfermedades o trastornos, el autismo no conlleva un aspecto físico característico, por lo que da cierta invisibilidad y se oculta a la vista de todos.

Actualmente, no existe una causa específica que explique el origen de este trastorno, aunque se tienen ciertas hipótesis sobre la implicación genética.

 

¿Qué características principales presenta el TEA?

Como hemos dicho anteriormente, las características en el Trastorno del Espectro Autista son muy diversas, pero dentro de esa diversidad, todas ellas comparten aspectos en dos áreas principales del desarrollo y funcionamiento personal:

A. Comunicación e interacción social:

  1. Comunicación verbal y no verbal: estas dificultades pueden producirse a nivel de comprensión y/o de expresión.
  • Verbal: encontramos varios tipos de problemáticas dentro de este tipo, ya que algunas personas poseen las habilidades adquiridas de manera adecuada, pero existen dificultades en el contexto social. Otras no emplean lenguaje verbal y requieren de apoyos externos para poder expresarse.
  • No verbal: en autismo pueden presentarse dificultades para encontrar el significado en gestos, expresiones faciales o comportamientos de los demás, que son esenciales en la interacción interpersonal. La no correcta interpretación de estas situaciones puede provocar situaciones incómodas o malentendidos.
  1. Interacción social: pueden presentarse dificultades en la relación con los demás, con el entorno que nos rodea y saber manejar situaciones sociales. Por ejemplo: adaptación de comportamientos a la situación correspondiente, comprender las reglas implícitas y no escritas de conducta interpersonal, acercamientos inadecuados para mantener una interacción con otras personas y/o dificultades en la expresión de las emociones según el contexto.

B. Flexibilidad de pensamiento y conducta.

En el mundo en que vivimos tenemos cambios continuamente y las personas nos adaptamos a los mismos, integrándolos dentro de nuestra rutina y respondiendo lo mejor posible o de la manera que consideramos más conveniente. En el Trastorno del Espectro Autista esta adaptación puede no estar presente, mostrando dificultades para adaptar el pensamiento y comportamiento a los diferentes contextos. Por ello, los cambios o situaciones imprevistas pueden suponer un gran esfuerzo y generar malestar y ansiedad. Para superar estas situaciones en TEA se tiende a generalizar rutinas y que estas sucedan siempre de la misma forma, limitándolas a intereses específicos o conductas rígidas y repetitivas.

Las alteraciones de conducta pueden estar producidas por alteraciones en el procesamiento de estímulos sensoriales, que algunas personas con TEA pueden presentar. Ejemplo de estímulos sensibles: sonidos, sabores, olores, colores, luces o texturas.

 

¿Por qué es importante un diagnóstico temprano en Autismo?

Una intervención temprana, específica y personalizada centrada en la persona y su familia, permite una mejoría significativa en el pronóstico de la mayoría de los casos. El acompañamiento de los profesionales que intervienen desde las primeras sospechas hasta el diagnóstico definitivo produce un mejor afrontamiento emocional en la familia. Además ayuda a planificar e iniciar los apoyos necesarios, mejorando su implantación y efectividad.

A pesar de los beneficios que puede provocar la detección temprana, en la realidad ésta no tiene lugar hasta pasados los 3 años de edad. Según J. M. Hernández y su grupo de trabajo, en España la edad media de sospecha que algo extraño ocurre se sitúa a los 22 meses de edad. Se realiza la primera consulta, de media, casi cuatro meses después (26 meses) y se obtiene un diagnóstico específico aproximadamente a los 52 meses de edad. En muchos casos se tarda más de un año en tener un primer diagnóstico, y entorno a dos años y medio en obtener un diagnóstico final.

 

¿Qué causa este retraso en el diagnóstico?

El fallo en la detección temprana lo encontramos en distintos factores:

  • Dificultad de la familia para detectar los signos o síntomas de que existe un desarrollo fuera de la normalidad. Según Ángel Rivière esto se debe al desigual desarrollo de una persona con Trastorno del Espectro Autista, ya que existen periodos evolutivos de desarrollo con una normalidad aparente y otros dónde la alteración es más significativa.
  • Personal sanitario. En muchas ocasiones, los profesionales de atención primaria no poseen la información y/o formación necesaria por lo que no reconocen conductas alteradas y lo tratan como problemas leves o retraso en el desarrollo, recomendando la espera.
  • Equipo educativo y servicios sociales. Aunque existe una situación desigual en este ámbito, se ha avanzado enormemente en la formación de los profesionales implicados y ha aumentado la detección de casos de manera más temprana.

 

Señales de alerta ante un desarrollo fuera de la norma:

  • Retraso o ausencia del habla:
    • No existe balbuceo a los 12 meses.
    • No se presentan las primeras palabras a los 15 meses.
    • No existen frases simples (dos o más palabras) y espontáneas a los 24 meses.
  • No presta atención a otras personas:
    • No seguir con la mirada cuando el cuidador señala y nombra un objeto a los 9 – 12 meses. Por ejemplo: “mira la pelota”.
    • Establece poco contacto ocular a los 12 meses.
    • No existe apenas interacción en los juegos a los 12 meses.
  • No responde a expresiones o acciones de los demás:
    • No existe intención cuando se le va a coger en brazos a los 12 meses.
    • No comparte o enseña objetos que está utilizando a los 15 – 18 meses.
  • El tipo de juego es literal y no existe utilización simbólica de objetos aplicándoles otro uso a partir de los 15 meses.
  • No señala para pedir algo que desea a los 15 – 18 meses.
  • No muestra interés por otros niños o niñas a partir de los 24 meses.
  • Reaccione extrañas o falta de reacción a estímulos sonoros.
  • Estereotipias o movimientos repetitivos con las manos o dedos.

 

¿Qué hacemos si detectamos algunas de estas señales?

Si detectamos algunas señales de las mencionadas anteriormente los prioritario sería acudir a un equipo de especialistas que realicen una valoración global e interdisciplinar, con el objetivo de realizar un diagnóstico temprano del Trastorno del Espectro Autista.

Una vez realizada esta valoración y diagnóstico, se debe plantear una intervención personal y específica con el objetivo de mejorar el pronóstico y la experiencia de las familias.

Sobre el autor

Miguel Ángel Blázquez

Psicólogo del Equipo Clínico de Atam

© Atam para el Apoyo Familiar 2020