Motivación y recompensas

EQUIPO CLÍNICO DE ATAM

Los seres humanos estamos genéticamente programados para aprender. Nacemos con una tendencia a involucrarnos y explorar activamente nuestro entorno, automotivados para explorar, investigar y estar constantemente en desarrollo. Se ha intentado comprender como conseguir maximizar esta motivación para el mejor desarrollo de la sociedad, ¿pero son efectivo los métodos empelados?

Esta tendencia que nos inclina al desarrollo personal viene originada por nuestra motivación y concretamente por la motivación intrínseca. La motivación intrínseca, refleja la tendencia que tenemos para implicarnos en actividades que nos resultan interesantes, simplemente movidos por la oportunidad que nos ofrecen determinadas actividades para crecer, desarrollarnos y aprender, así como por el sentimiento positivo que nos genera el sentirnos efectivos y originadores de la conducta.

La motivación en la infancia

Esta motivación intrínseca es inherente al ser humano y es el motor del aprendizaje infantil. Los niños adquieren muchos de los aprendizajes que realizan en la primera infancia a través del juego, la motivación intrínseca les moviliza a explorar, comprobar y contrastar hipótesis de forma natural y bajo un ambiente relajado y seguro, con el simple impulso de la motivación por desarrollarse y crecer.

En los estudios sobre la motivación se han intentado esclarecer cuales son los procesos y condiciones que facilitan y mantienen esta motivación interna y cuáles son las características que impulsan esta tendencia natural al crecimiento y desarrollo.

Crecimiento de la motivación

Durante un tiempo se pensó que la motivación global podría aumentarse sencillamente añadiendo una consecuencia externa, como un premio o un reconocimiento. Esta motivación externa es la motivación extrínseca y es la que nos lleva a realizar una actividad incitados por la consecuencia externa que podemos conseguir, bien sea un premio, un reconocimiento o por la evitación de un castigo.

Se pensaba que si a una actividad, en si misma interesante, se le añadía un premio o recompensa, aumentaría la motivación global. Pero, esto no solo no sucedió como se esperaba, sino que además de no aumentar la motivación global, se redujo la motivación intrínseca, aquella que ya traemos de serie. He aquí la trampa de las recompensas.

¿Por qué sucede esto? esto se debe a que las recompensas tienen fundamentalmente dos objetivos:

  1. Dar información sobre la calidad de la ejecución y
  2. Ejercer control sobre la conducta de la persona.

Y según como percibamos cuál es el objetivo de la recompensa, tiene un efecto u otro en nuestra motivación interna.

Cuando ofrecemos una recompensa tangible, como un regalo, o dar puntos por hacer algo, nuestra motivación intrínseca tiende a disminuir, ya que se percibe como un controlador de la conducta y hace que disminuya no sólo el interés por esa actividad, sino también la capacidad de persistencia en la misma y la preferencia por el desafío o el reto.

Satisfacción de las tres necesidades básicas

Cuando ofrecemos una recompensa verbal de forma inesperada, por ejemplo, reconocer el buen trabajo realizado, tiende a aumentar la motivación intrínseca, ya que se tiende a interpretar esta recompensa únicamente como informacional y además nos hace sentir competentes.  Esto se debe a que la motivación intrínseca necesita satisfacer tres necesidades psicológicas básicas, (I) el sentimiento de autonomía, (II) de competencia y (III) de relación.

  • La necesidad de autonomía, no solamente hace referencia a la capacidad para hacer las cosas de forma independiente, si no que abarca también la necesidad que tenemos de experimentar autodirección, considerarnos los autores y directores de nuestra propia vida y nuestras decisiones y además responsabilizarnos de las acciones que llevamos a cabo.
  • La necesidad de competencia es la necesidad que tenemos de sentirnos efectivos, refleja el deseo de extender nuestras capacidades y habilidades y obtener un desafío que nos exija esfuerzo y potencie nuestro crecimiento y desarrollo personal.
  • La necesidad de relación, es la necesidad que tenemos de establecer vínculos emocionales recíprocos con las personas cercanas que nos rodean. Refleja el deseo de sentirnos conectado emocionalmente en relaciones humanas cercanas. Requiere que nos involucremos en dar y recibir cuidado y benevolencia de personas significativas.

Estas tres necesidades psicológicas básicas promueven y mantienen la motivación interna, por lo que es necesario satisfacerlas, ya que esto genera un amplio rango de beneficios dando lugar a un mayor compromiso, mayor logro y en general, mejorando el bienestar global.

¿Debemos desechar las recompensas?

Entonces, ¿debemos desechar todas las recompensas? ¿debemos evitar la motivación extrínseca? La respuesta es no, y además esto sería prácticamente imposible. En nuestra sociedad muchas actividades que realizamos dependen de las consecuencias que percibimos al realizarlas, como, por ejemplo, el trabajo o los estudios, muchas veces ligados a su evaluación.

Igualmente, podemos estar internamente motivados por realizar estas actividades aunque recibamos recompensas externas. Pero ¿Cómo podemos conseguir internalizar la motivación externa? Este proceso sucede mediante la socialización, de tal forma que por medio de nuestras interacciones interiorizamos valores, creencias y regulamos nuestra conducta.

Esta transformación requiere que el entorno nos provea de experiencias que permitan satisfacer nuestras necesidades. Un ejemplo para desarrollar esta motivación autónoma es el estilo educativo que ofrecen los padres, que puede permitir o no la satisfacción de estas necesidades básicas y potenciar el desarrollo de la motivación autónoma.

¿Cómo motivar a los niños?

Adoptar un estilo de apoyo autónomo donde se dé un espacio en el que lo niños se sientan apoyados sin estar sobreprotegiéndolos o limitados, es crucial. Esto no significa dejar a los niños libremente hacer lo que quieran todo el tiempo, si no que requiere que:

  • Se aliente a la toma de decisiones, se guie y se dé aprobación de las mismas.
  • Se ofrezcan oportunidades de desarrollo en el que se adapten los retos a su zona de desafío y competencia.
  • Se adopte la perspectiva del niño y se trabaje desde ahí.
  • Se apoye en su forma de explorar y mostrar iniciativa.
  • Se ofrezcan motivos para que reconozcan la importancia del proyecto y puedan interiorizarlo en su propio sistema de valores.
  • Se comuniquen los límites y explique el impacto que tiene su conducta en el entorno.
  • Se focalice en los progresos y no en los fracasos.
  • Se proporcionen modelos adecuados de actuación.

Sobre el autor

María Laorden

Neuropsicóloga del Equipo Clínico de ATAM

© Atam para el Apoyo Familiar 2020