En la sociedad actual continúa estando muy arraigada la idea de que las personas que acuden a un psicólogo son personas que “están locas”. Afortunadamente, esta idea va progresivamente desapareciendo y convirtiéndose en casos aislados o esporádicos.
¿Qué se quiere decir con eso de “estar loco”? Esta definición no es un diagnóstico aceptado. Conlleva numerosas connotaciones subjetivas que cada persona tiene en su cabeza. Existen tantas acepciones de “loco” como personas existen en el mundo. Para cada persona tiene un significado diferente que le otorga según su experiencia o contacto con su mundo.
Para cambiar esta concepción sobre la Psicología es importante entender de qué se encarga un profesional con esta especialidad. Un psicólogo es un profesional de la salud mental que se encarga de estudiar la conducta humana desde tres aspectos fundamentales. Estos aspectos son: cognitivo, afectivo y conductual. Y todo ello lo hace apoyándose en la ciencia, es decir, siguiendo una metodología para sustentar una base sólida de esta disciplina.
Problemas emocionales, ayudas profesionales
De manera generalizada, tenemos asumido que cuando tenemos alguna dolencia física, acudimos al médico para que trate de ayudarnos con nuestro problema. Pero ¿qué ocurre cuando el problema es emocional?, ¿o cuando afecta a la relación con los demás? ¿por qué nos cuesta tanto acudir a un profesional de la psicología?
Normalmente nos resistimos a acudir a un profesional encargado de estos asuntos por miedo a las etiquetas antes mencionadas o, incluso, acompañado de ideas como “ya se me pasará”. Estas ideas son muy comunes y pueden repercutir de manera física y en el ámbito que nos rodea. Afectan, por ejemplo, a las relaciones sociales o incluso llegando a afectar a nuestra salud física.
A un psicólogo acuden personas con diversos motivos, pero que de manera general sienten dificultades para manejar distintas situaciones o aspectos en su vida cotidiana. Estas dificultades engloban aspectos emocionales, cognitivos, comportamentales o de relación con los demás.
El objetivo final de la terapia psicológica es buscar el bienestar interior de la persona a través de un trabajo de interacción con el profesional. Al contrario de lo que ocurre en otras disciplinas, en psicología no hay un “remedio” determinado para un problema. La persona tiene que trabajar activamente para desarrollar las habilidades que le permita superar sus dificultades.
Por eso, si no hay voluntad por parte de la persona de cambiar o modificar distintos aspectos posibles que pueden estar creando o manteniendo el problema, no se puede trabajar a nivel terapéutico.
Qué puede hacer por mí un psicólogo
A partir de este punto de inicio, la Psicología trata de buscar el origen de las dificultades para intentar deshacer los procesos que están manteniendo el problema. Con ello se sienta la base de la que será la intervención que puede englobar procesos emocionales para mejorar la inestabilidad emocional, pensamientos negativos o irracionales. También interviene en los aspectos cognitivos que impliquen dificultades en el procesamiento de la información del entorno, dificultades en la interacción con el medio que rodea a la persona y/o aspectos motivacionales.
En definitiva, para preservar la salud mental y favorecer el mejor desarrollo emocional parece más que justificado acudir a un buen profesional. De locos sería no hacerlo.
Sobre el autor
Miguel Ángel Blázquez
Psicólogo del Equipo Clínico de Atam