¿Por qué comemos cuando tenemos ansiedad?

EQUIPO CLÍNICO DE ATAM

La ansiedad es una respuesta del organismo al estrés, que tiene como objetivo alertarnos de peligros. Pero sobre todo, esta respuesta orgánica nos ayuda a prepararnos para actuar ante un peligro a nuestra supervivencia o para superar una situación temida.

Cuando nuestros niveles de ansiedad son elevados, derivados de los factores estresantes que nos rodean y nuestra falta de recursos personales para hacerles frente, nuestra mente tiene como objetivo buscar situaciones que nos produzcan placer. Este placer puede aparecer con la ingesta de algún alimento que nos ocasiona un simple gusto instantáneo. A partir de este momento es cuando entramos en un circuito que se retroalimenta.

 

 

Activación del sistema de recompensa

 

El circuito descrito se denomina sistema de recompensa. Tiene como objetivo disminuir el malestar, que incluye el miedo y el estrés, a través de la búsqueda de un estímulo placentero que, en este caso, se produce mediante la comida. Cuando comemos el alimento deseado se producen sensaciones corporales agradables derivadas de la liberación en nuestro cerebro de unas sustancias denominadas neurotransmisores, que en este caso están relacionados con el placer, entre las que se encuentra la dopamina. Todo esto provoca que el proceso se repita cuando volvamos a experimentar la situación de malestar, con el objetivo de obtener la sensación de bienestar provocada.

Este es un placer muy corto y poco perdurable en el tiempo. El problema se da cuando aparecen pensamientos asociados a esta conducta de culpabilidad y enfado hacia nosotros mismos. En ese momento se convierte al propio sistema de recompensa en un enemigo que hace su aparición en los peores momentos.

¿Por qué comemos cuando tenemos ansiedad?
 

Diferencias hambre vs. hambre emocional

 

Estas son las claves para identificar el hambre recompensa que tan poco nos beneficia:

 

  • El hambre emocional aparece de manera repentina, asociada a imágenes y representaciones de la comida.
  • Suele ser comida automática e impulsiva, sin una clara sensación saciante.
  • Aparece unida a emociones negativas.
  • Suele apetecer casi siempre ingerir comida no saludable: grasas, procesados, excesivamente condimentados, etc.

 

¿Qué hacer para no dejarnos llevar por el circuito de recompensa?

 

  • Ser conscientes de la situación: si no somos conscientes, hacer todo el proceso con la mayor consciencia posible. Identificar los detonantes que nos provoca iniciar el ciclo, consciencia del proceso de comida e ingesta y analizar las emociones que aparecen asociadas a todo el proceso.
  • Cambiar el foco de atención: una vez detectadas las señales es importante cambiar nuestro foco de atención hacia algo mentalmente estimulante o que nos mantenga ocupados, pero que no nos genere un elevado estrés.
  • Cambiar la propia recompensa: al hacer consciente el proceso, podemos cambiar la propia recompensa por una más saludable.
  • Aprender a gestionar las emociones. Si no somos capaces de gestionar adecuadamente las emociones podemos solicitar ayuda de un profesional que nos ayude en este proceso.
  • Practicar deporte de intensidad moderada de manera regular es de los métodos más efectivos que permite hacer frente al estrés y ansiedad.
  • Beber agua cuando detectemos la sensación de hambre de recompensa. Esto ayudará a saciar la sensación.
  • Practicar ejercicios de relajación y/o meditación de manera regular y frecuente. Esto nos ayudará a desarrollar recursos personales para hacer frente a situaciones difíciles.

 

Es muy importante no dejarnos llevar por la automatización del proceso. Y más aún que seamos capaces de tomar las riendas de nuestro propio cuerpo y mente. Se necesita consciencia y conocimiento de que este es un proceso automático que puede afectar negativamente a nuestra salud física y mental.

Sobre el autor

Miguel Ángel Blázquez

Psicólogo del Equipo Clínico de Atam

© Atam para el Apoyo Familiar 2020