Afectación ocular en enfermedades neurodegenerativas

EQUIPO CLÍNICO DE ATAM

El ojo está comunicado con el cerebro a través del nervio óptico. Este está formado por las terminaciones nerviosas de las neuronas de la retina y se encarga de conducir la información visual hasta la corteza occipital del cerebro donde es procesada e interpretada. Podemos por tanto decir que el ojo puede considerarse parte del cerebro o una prolongación del mismo.

Cada zona del cerebro controla o está especializada en unas funciones diferentes. De esta forma, hay zonas que se relacionan con la actividad motora, otras con la sensibilidad y otras con la inteligencia.

Todas ellas están formadas por una red de neuronas que se conectan entre sí, por lo que conocemos como sinapsis . Todas las actividades nerviosas, desde las más simples actividades reflejadas a las funciones superiores, como el aprendizaje y la memoria, dependen de la transferencia de información entre las células nerviosas.

Cada neurona está formada por un cuerpo celular y unas terminaciones nerviosas llamadas axones a lo largo de los cuales el impulso nervioso se propaga gracias a pequeños y breves cambios del potencial eléctrico de la membrana celular.

 

Tipos de sinapsis

 

Las sinapsis pueden ser de dos tipos:

1.- Sinapsis eléctricas: las dos neuronas están separadas por un espacio muy pequeño, casi virtual (fisura sináptica) que permite el intercambio de canales iónicos entre ambas células. El intercambio de información es muy rápido. Se encuentran sobre todo en el sistema nervioso central.

2.- Sinapsis químicas : la célula libera un mediador químico que es captado por el receptor de la segunda neurona. A estas sustancias se las conoce como neurotransmisores. Las neuronas emisoras, según el mensaje que se quiera enviar, liberan un neurotransmisor en particular (adrenalina, noradrenalina, dopamina…). Las neuronas receptoras cuentan con una estructura química diseñada para unirse únicamente a determinados receptores, como si fuesen llaves que encajan con una única cerradura. De este modo interpretan el mensaje que les llega y es capaz de transmitirlo a la siguiente neurona.

Los cambios en la estructura de las células y la afectación de  diferentes sistemas de neurotransmisión explican algunos cambios funcionales propios del envejecimiento. Por ejemplo, el sistema que regula el papel de la dopamina, un neurotransmisor clave para el control emocional y de los movimientos voluntarios, puede presentar disfunciones. También puede verse afectado el sistema de la acetilcolina, con una función clave en los procesos de aprendizaje y memoria.

Cada neurona está rodeada de un conjunto de células que actúan como pegamento y soporte , son las que conocemos como células de la glía y son de 5 a 10 veces más abundantes que las propias neuronas. Cumplen funciones de sostén y nutrición y forman parte del sistema inmunitario , ya que se activan ante la infección o inflamación , siendo capaces de destruir bacterias patógenas. También participan directamente en el proceso sináptico puesto que regulas los neurotransmisores. La mayoría de los tumores cerebrales derivan de este tipo de células.

En la retina encontramos un tipo de células gliales del sistema nervioso periférico , las células de Müller, se cree que actúan a modo de filtro de la luz  mejorando la nitidez de la imagen.

Tanto las neuronas como la glía se ven afectadas en múltiples enfermedades neurológicas tales como el Alzheimer, el Parkinson, la esclerosis múltiple, la demencia asociada al sida o la respuesta al trauma en el sistema nervioso central.

 

Afectación ocular y demencia

 

En una persona con demencia, se destruyen las neuronas que transportan señales hacia y desde el cerebro. Las señales transmitidas entre las células cerebrales transportadas por los neurotransmisores se interrumpen y las conexiones entre las células nerviosas del cerebro se rompen. Esta es la razón por la que alguien con demencia tiene problemas con los pensamientos y el movimiento: la comunicación entre las células de su cuerpo se ha roto.

A medida que avanza la demencia, se dañan partes del cerebro. Las células dentro del cerebro (neuronas) mueren, el tejido cerebral se pierde y el tamaño total del cerebro se reduce. El cerebro de una persona en las últimas etapas de la demencia puede tener 1/3 del tamaño del cerebro de una persona sin demencia.

Algunas enfermedades neurológicas afectan sólo a neuronas motoras, es decir, aquellas que transmiten la orden de movimiento a los músculos. Es el caso de la ELA  o esclerosis lateral amiotrófica ,  que produce una degeneración progresiva de las neuronas motoras de la corteza cerebral , el troco del encéfalo y la médula espinal.

La consecuencia es una debilidad muscular que avanza hasta la parálisis extendiéndose de unas zonas del cuerpo a otras. Afecta a la comunicación oral, la deglución y la respiración, pero se mantienen intactos los sentidos, el intelecto y habitualmente los movimientos oculares. La mayoría de los pacientes mueren por problemas respiratorios.

 

Afectación ocular en enfermedades neurológicas

 

Las enfermedades y afecciones que afectan el cerebro pueden afectar también a los ojos debido a que el nervio óptico y la retina son realmente tejido cerebral que se extiende hacia afuera del cerebro. Desde hace tiempo se conocen los cambios retinianos que ocurren en enfermedades como el Alzheimer, la enfermedad de Creutzfeldt-Jacob y el Parkinson.

Recientemente se ha publicado un estudio  en el que se aprecia una disminución de las células ganglionares de la retina (neuronas) así como afectación glial en pacientes con ELA. El diagnóstico de dichas alteraciones a nivel de la retina puede realizarse con pruebas no invasivas como la tomografía de coherencia óptica (OCT). Esta prueba permite ver las múltiples capas de la retina y el nervio óptico.

La importancia de este estudio radica en la posibilidad de monitorizar de forma sencilla, no invasiva y económica la  afectación de la retina, ya que sus modificaciones  evolucionan a lo largo de la enfermedad.

Plantea la posibilidad de utilizar el estado de la retina como biomarcador en enfermedades neurodegenerativas, para el diagnóstico y seguimiento de dichos pacientes, así como para comprobar la eficacia de los diferentes tratamientos.

Esta vía de investigación abre un camino en el que una vez más la oftalmología y la neurología irán de la mano. La importancia de una revisión ocular completa sobre todo en los pacientes en edades superiores a los 50 años tendrá cada vez más peso en el diagnóstico de enfermedades neurodegenerativas. Los avances tecnológicos con aparatos que permitan estudios en mayor profundidad de la retina abrirán un abanico de posibilidades diagnósticas y evolutivas infinito para muchas enfermedades de las que hasta ahora conocemos muy poco. La investigación en neurooftalmología es en sí misma un universo apasionante y prometedor.

Sobre el autor

Dra. Teresa Gómez

Oftalmóloga de Equipo Clínico de ATAM

© Atam para el Apoyo Familiar 2020