El sueño es un mecanismo básico regulador de nuestro cuerpo. Se ha estudiado su impacto a todos los niveles y desde múltiples perspectivas y cada vez está más clara la relación entre el sueño y nuestro rendimiento. Cuando dormimos menos horas de las que necesitamos nuestro cerebro no es capaz de poner en marcha los mecanismos de recuperación mental y tiene efectos a corto y a largo plazo para nuestro rendimiento cognitivo.
Efectos a corto plazo
A corto plazo, la deprivación de sueño afecta a nuestra capacidad de estar alerta, de permanecer atentos y nuestra capacidad para aprender. Puede dar lugar a un pensamiento lentificado y hace que nos cueste almacenar los recuerdos en nuestra memoria a largo plazo.
Se ha estudiado mucho la relación entre el sueño y cómo se consolidan los recuerdos en la memoria. La memoria declarativa, la que supone el recuerdo de hechos y sucesos, se consolida durante las fases de sueño no MOR (Movimientos Oculares Rápidos). Y la memoria de procedimientos, de aprendizaje secuencial de pasos y de destrezas motoras se consolida en la fase de sueño MOR.
Además, en la fase de sueño MOR se elabora el material que se va a memorizar y se integra en las redes de memoria existentes. A su vez potencia el pensamiento creativo y la generación de soluciones creativas y flexibles.
Por eso, cuando dormimos menos de los que necesitamos, tenemos una peor capacidad para tomar decisiones, somos menos flexibles y nos cuesta más adaptarnos a los imprevistos del día a día. Tendemos a ser más rígidos a la hora de responder y nos cuesta más encontrar soluciones a los problemas que se nos presentan.
Ante la deprivación de sueño, nuestro cerebro no es capaz de reestructurar y reorganizar la información en nuestras redes de memoria y hace más difícil que emerjan ideas y pensamientos novedosos.
Efectos a largo plazo
A largo plazo, se ha observado que los patrones de sueño inadecuados están relacionados con una mayor incidencia de deterioro cognitivo y con el posible desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.
El cuidado de nuestro sueño es un factor importante que debemos tener en cuenta para el cuidado de nuestra salud.
Las necesidades de sueños son cambiantes a lo largo de nuestra vida y diferentes para cada persona. Es importante que observemos al levantarnos si nos hemos levantado descansados o no y que integremos hábitos para un sueño saludable.
También es importante poner un especial cuidado en aquellas etapas de mayor vulnerabilidad para el cerebro, como son la infancia y la adolescencia, y enseñar e instaurar patrones de sueño saludables.
Sobre el autor
María Laorden
Neuropsicóloga del Equipo Clínico de ATAM