El síndrome de Hubris es un fenómeno fascinante que intenta arrojar luz sobre los comportamientos deshonestos de individuos exitosos que, a pesar de su posición privilegiada en la sociedad, terminan cometiendo actos corruptos que los llevan a prisión. Este tema, desde la perspectiva psiquiátrica, plantea el desafío de comprender los mecanismos mentales detrás de estas acciones, especialmente cuando no se encuentran explicaciones evidentes en forma de enfermedades mentales.
Este síndrome sugiere que ciertas personalidades experimentan un cambio no orgánico después de adquirir un poder considerable o alcanzar un éxito no esperado. Este cambio se manifiesta a través de rasgos patológicos de la personalidad, como desinhibición y conductas antisociales, que transforman la confianza y la seguridad en sí mismos en actitudes de soberbia y arrogancia.
Este síndrome está estrechamente relacionado con la duración y la magnitud del poder ejercido. Cuanto más tiempo una persona está en una posición de poder y cuanto mayor es ese poder, más propenso es a manifestar el síndrome de Hubris. Sin embargo, es alentador notar que los síntomas tienden a disminuir cuando la persona ya no está en una posición de poder. Factores como la modestia, la apertura a la crítica y un sentido del humor bien desarrollado pueden ayudar a prevenir o mitigar la aparición de este síndrome.
El síndrome de Hubris no es exclusivo de un campo específico y ha sido observado en diversos ámbitos, desde la política hasta las finanzas. Algunas figuras cuyo comportamiento puede caer dentro del espectro Hubris, serían Margaret Thatcher, Napoleón, Hitler y otros personajes que han disfrutado de un gran poder.
Cómo evitar ser víctima de Hubris
Se dice que el propio emperador Marco Aurelio recorría las calles y plazas de Roma acompañado de un siervo que tenía la misión de recordarle que sólo era un hombre, cuando los vítores y alabanzas podían nublar el entendimiento y hacerle creer que era un dios.
Durante la ceremonia de coronación de los Papas, un monje interrumpía y mencionaba sic transit gloria mundi, recordándole al mismo heredero de la silla petrina lo transitorio de los honores terrenales.
Como aquellos que saludaban a los emperadores romanos recordándoles su mortalidad, es importante que todos tengamos nuestro recordatorio personal de que «así pasa la gloria de este mundo».
En conclusión, recordar la fugacidad del éxito y mantenernos conscientes de nuestra propia vulnerabilidad puede ser la clave para evitar caer en las garras del Hubris Mantenernos alerta y con los pies en la tierra puede ser una defensa crucial.
Sobre el autor
Dr. José Antonio García
Psiquiatra del Equipo Clínico de ATAM