Frio y dolor de huesos

EQUIPO CLÍNICO DE ATAM

“Va a llover”. Una frase que puedes oír a algunas personas en cualquier momento, mirando al cielo o no, y que muchas suelen acompañar frotándose la rodilla intentando aliviar alguna molestia. Y es que muchas personas con dolor crónico, enfermedades reumatológicas, o recuperándose de traumatismos y fracturas, refieren que el dolor les empeora con el frío y la humedad. (Más información en nuestro artículo sobre cómo protegernos del frío en la revista F. Singular).

 

Influencia de los factores ambientales

 

Que un factor ambiental como la contaminación del aire influye en el desarrollo de enfermedades pulmonares es algo de sobra conocido. Progresivamente va habiendo mayor conocimiento de la influencia de esa contaminación no sólo en la puerta de entrada al organismo (los pulmones), sino también en otros órganos, por ejemplo, sobre el sistema cardiovascular.

La práctica habitual en consulta te lleva a tener poco en cuenta la información del entorno. Se suelen focalizar esfuerzos en el tratamiento y control de los factores de riesgo individuales. Pero a pesar de ese sesgo, está ampliamente aceptada en la actualidad la influencia del ruido o de la contaminación atmosférica en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares como la hipertensión arterial o los infartos cardiacos.

Es llamativo que, pese a la poca atención que prestamos a los factores ambientales, desde hace tiempo somos conscientes de su capacidad para desencadenar síntomas.

El listado de causas que producen dolor de cabeza es tan extenso como sorprendente: factores emocionales, ejercicio físico, actividad sexual…hay desencadenantes relacionados con factores internos, (por ejemplo hormonales, como la menstruación), o externos. Y entre los externos se pueden encontrar estímulos físicos de lo más variado: luces brillantes, olores, alimentos, alcohol…o el frío. En este último caso tanto si lo aplicas externamente, como si ingieres o inhalas sustancias frías.

Hay otros ejemplos de síntomas, como el fenómeno de Raynaud en que el frío actúa como un desencadenante ampliamente reconocido. Consiste en un déficit episódico de riego sanguíneo que suele afectar a los dedos de manos y pies, y pasa por tres fases. Una inicial de falta de riego en la que los dedos afectados adquieren un color blanquecino, pasando después a un color violáceo, y por último, coincidiendo con el recalentamiento y la vuelta del flujo sanguíneo, al color rojo.

 

Clima y salud

 

Por contraste con lo que ha venido ocurriendo en la medicina occidental en las últimas décadas, la conciencia de la influencia del medio ambiente y los factores climáticos en el desarrollo de la enfermedad en la medicina tradicional China siempre ha sido muy clara. Para su concepción de la salud, basada en el equilibrio, es intuitivo que las variaciones climáticas actúan como factores desestabilizantes. Es necesario un equilibrio energético, un equilibrio entre el medio interno y el externo, y un equilibrio climático tanto térmico (calor/frío), como hídrico (sequedad/humedad) y dinámico (viento).

Aunque no tuviesen una explicación científica de lo que pasaba, sí reconocían el papel que jugaba el clima en la enfermedad. Hasta el punto de identificar síndromes en función de las combinaciones de desequilibrios climáticos. No es lo mismo la humedad con viento o sin él. Igual que no es lo mismo la humedad fría, que el calor húmedo.

Cada vez tenemos más explicaciones científicas que llevan nuestra atención a fenómenos a los que antes apenas hacíamos caso por incapacidad para entenderlos. En el ejemplo inicial de la lluvia y la rodilla, cuando va a llover disminuye la presión atmosférica, y los baroreceptores (receptores de presión) del organismo lo detectan. Parece que no es sólo la humedad o el frío, lo que desencadena el dolor, sino fundamentalmente el cambio de presión.

 

Relación entre frio y dolor de huesos

 

Hay diferentes hipótesis para explicar el mecanismo por el que el cambio de presión produce el dolor. Igual se debe a que al estar constituidos por diferentes tejidos con distintas densidades, los tejidos se expanden o contraen de forma diferente en respuesta a los cambios de presión. Igual se modifica la viscosidad del líquido sinovial (el líquido que tenemos en las articulaciones) liberándose moléculas inflamatorias en las articulaciones… sea como fuere, en última instancia lo que subyace en el fondo es que probablemente funcionamos en equilibrio con el clima local, y la variación de ese clima nos desestabiliza.

Parece que el alivio más efectivo para estas molestias consiste en aplicar calor sobre la zona afectada, favoreciendo el aumento del aporte sanguíneo. O dicho desde otra óptica, intentando solucionar un desequilibrio climático. La fricción genera calor. Quién sabe, igual, al frotarnos la rodilla estamos intentando intuitivamente recuperar un equilibrio perdido.

Sobre el autor

Dr. Juan Luis Aramburu

Médico de familia del Equipo Clínico de ATAM

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