“Es que el ibuprofeno es mano de santo”- “Pues a mí no me hace nada”. Encontrar discrepancias a la hora de valorar tratamientos farmacológicos es algo cotidiano. Igual que es normal y habitual manifestar diferentes sensibilidades a otros factores externos que no sean medicamentos: al ruido, al estrés, a las comidas copiosas, o al frío.
La discrepancia en la respuesta a los fármacos es una de las cuestiones que subyace en el hincapié que se hace en los últimos años en la medicina personalizada. Para que un nuevo fármaco se apruebe, primero tiene que demostrar que es seguro, que es eficaz, y por último que es mejor (más seguro, o más eficaz) que el tratamiento convencional que ya está presente en el mercado.
Cada vez cuesta más producir fármacos más eficaces. Así que cuando las compañías farmacéuticas tienen un fármaco menos eficaz que los que ya hay en el mercado, busca subgrupos de pacientes en los que pueda aumentar la eficacia para que el fármaco sea aprobado.
Biomarcadores
Para identificar esos subgrupos de pacientes son necesarios los biomarcadores, marcadores que tienen que ser validados por las agencias reguladoras del medicamento. Los biomarcadores pueden ser de seguridad o de eficacia. Hoy en día, existen más biomarcadores de toxicidad o seguridad, que de eficacia. Y algunos de ellos definen por completo el tratamiento, o sea, si el marcador no existe el fármaco no se puede utilizar.
Medicina de las 4p
Se dice que la medicina del futuro será personalizada. Gracias a las nuevas tecnologías, el sector de la salud se encuentra en un proceso de transformación hacia lo que se viene denominando la medicina de las 4P: personalizada, predictiva, preventiva, y participativa. Un modelo apoyado en la monitorización en tiempo real, y en el que las personas miden su propia actividad, generan datos, y esas medidas incentivan el desarrollo de hábitos saludables por iniciativa propia. Un modelo en el que el desarrollo de la genética es uno de los campos que está permitiendo la personalización de las actuaciones médicas.
Farmacogenética: predecir según la genética
De hecho, la farmacogenética es uno de los pilares de la medicina personalizada. Su objetivo es predecir, según la genética del paciente, qué medicamento y a qué dosis producirá el mayor efecto clínico sin producir efectos adversos. La intención es que el uso de tratamientos estandarizados, el “café para todos”, con los años, sea una cosa del pasado. El objetivo no es fácil. Tres grupos de genes intervienen en las diferentes fases por las que pasan los medicamentos: el transporte, la metabolización y la acción sobre sus dianas moleculares. Cualquier variación en estos genes puede afectar el efecto del fármaco, aunque no todos los genes producen efectos de la misma magnitud.
Beneficios de los test farmacogenéticos
Pese a las dificultades, los beneficios de los test farmacogenéticos ya están claramente establecidos para muchos fármacos, en áreas de tanta relevancia clínica como la oncología, la hematología o la psiquiatría. Por ejemplo, en el caso de la psiquiatría, casi todos los psicofármacos se metabolizan por una proteína (citocromo CYP2D6). Este citocromo presenta una variante, que funciona a ritmo normal, y está presente en el 70% de las personas.
En España, aproximadamente un 15% de la población tiene una variante que funciona más lentamente, lo que se traduce en acúmulo del medicamento y aparición de efectos secundarios. Poder detectar a los metabolizadores lentos se traduciría en un ajuste de dosis que generase una mejor tolerancia al fármaco y por tanto una reducción de la tasa de abandono de los tratamientos. Y en el caso de los metabolizadores rápidos, no se instauraría un tratamiento que se sabe que no va a hacer efecto.
Actualmente está en estudio el impacto de los paneles de múltiples genes. La idea es que, en el futuro, cada persona tenga algo así como un “pasaporte farmacogenético” al que puedan acceder sus médicos. De momento, un estudio recientemente publicado en The Lancet, en febrero de 2023, ha analizado la utilidad de un panel farmacogenético de 12 genes en población de siete países europeos. Ha demostrado que la prescripción de fármacos guiada por la información farmacogenética reduce un 30% las reacciones adversas relevantes a nivel clínico. Un paso más que acerca la medicina personalizada al presente.
Sobre el autor
Dr. Juan Luis Aramburu
Médico de familia del Equipo Clínico de ATAM