Por exceso o por defecto. De forma previsible o imprevisible. Por falta de información, o a pesar de tener información. Las causas y mecanismos que se derivan de los problemas con la medicación son múltiples. Sobre todo, cuando uno decide administrárselos a su antojo.
Se pueden dar en cualquier familia de fármacos, aunque cardiovasculares, psicotrópicos (para la ansiedad, depresión, insomnio…), neurológicos (antiparkinsonianos, antiepilépticos) y antinflamatorios, son los que más frecuentemente se ven implicados en la aparición de reacciones adversas.
Mayores y automedicación
La población española está cada vez más envejecida. Como consecuencia de esto, cada vez se consumen más fármacos, puesto que la aparición de enfermedades aumenta con la edad. Especialmente a partir de los 65 años es cuando el consumo de medicación se dispara porque es cuando más se requiere.
Pero hay que tener en cuenta que el organismo de una persona mayor no funciona como el de un joven. Al envejecer aumenta el porcentaje de grasa y disminuye el porcentaje de agua y músculo respecto a los adultos. Es decir, se dan cambios en la composición corporal. A todo esto, hay que sumar que se cuenta con un peor funcionamiento de órganos y sistemas como el digestivo, el hígado o el riñón.
Estos cambios y disfunciones influyen directamente en el metabolismo y eliminación de los fármacos del organismo. Y por eso es mayor tanto el riesgo de reacciones adversas, como de interacciones. Interacciones que además de darse entre medicamentos, en ocasiones pueden producirse con alimentos o productos de herboristería.
Entre las reacciones adversas, algunas simulan otras patologías y acaban requiriendo nuevos fármacos para ser tratados. Un ejemplo es la hipertensión secundaria a la toma de antinflamatorios por dolor. Con el tiempo, no es infrecuente que se acaben tomando dos fármacos: uno para el dolor y otro para la hipertensión.
Además de las interacciones y las reacciones adversas a medicamentos, otros problemas habituales en las personas mayores son la polimedicación (toma de múltiples fármacos), el incumplimiento del tratamiento prescrito, o la automedicación (la toma de medicamentos para problemas de salud que necesitan un diagnóstico médico).
Ensayos, patologías crónicas y más problemas con la medicación
Para complicar aún más las cosas se da la paradoja de que el instrumento que ofrece mayores posibilidades para estudiar los medicamentos es el ensayo clínico controlado. Sin embargo, justamente las personas mayores, que son los principales consumidores de fármacos, tienden a ser excluidos de estos ensayos.
Con lo que cuando alguien tiene que tomar un fármaco a largo plazo, o para toda la vida, dudar y preguntarse si es pertinente, efectivo o seguro es lo más lógico. Este fármaco, ¿es realmente necesario o no? ¿me hace algún efecto beneficioso? ¿no me va a producir más problemas?.
Y así, puedes tener un problema de salud por tomar un medicamento que no necesita. O por lo contrario: por no tomar un medicamento que sí necesitas. Incluso puede que lo necesites, pero que no esté siendo efectivo (porque la dosis no es la correcta, porque está interaccionando con otro fármaco…). O puede ser que lo necesites, y que esté siendo efectivo, pero que no sea seguro.
Patologías crónicas y medicación
Todas estas situaciones pueden darse. Por eso, ante patologías crónicas como la diabetes o la hipertensión es frecuentísimo el infratratamiento. Pero a partir de una edad, especialmente en personas mayores de 80 años, también lo es el sobretratamiento. A esta edad, los objetivos de tratamiento pueden ser menos estrictos, y por inercia se mantienen fármacos o dosis que no tienen por qué ser necesarias. Así, la supervisión de la medicación se muestra especialmente necesaria en el caso de situaciones como las de las personas mayores frágiles, las que tienen cuadros terminales, o ante enfermedades como las demencias.
Por todo esto es importante evitar la automedicación, y que se supervise por personal sanitario. Porque lo que era necesario con 65 años, igual no lo es con 80. Porque puede ser necesaria una desprescripción personalizada atendiendo a los condicionantes de cada uno. Y es que esta es la única forma de personalizar los tratamientos.
¿Conoce esta persona de los peligros de tomar antinflamatorios de forma continuada para sus dolores? y, los conozca o no ¿qué es lo que él cree, o siente? ¿qué le dice su experiencia previa?
Seguimiento y tratamiento: la clave para un buen uso de la medicación
Hay medidas para facilitar el día a día. Por ejemplo, el uso de pastilleros, simplificar el régimen de tratamiento y reducir las tomas necesarias. Pero el principal facilitador será la comunicación. Si no hay tiempo suficiente en la consulta para sondear conocimientos, prejuicios y miedos o para poder aclarar qué efectos secundarios pueden aparecer, no podrá darse una buena prescripción. Si no hay tiempo para dejar claro qué medicamentos hay que tomar a largo plazo y por qué, o para explicar cuáles se pueden regular en función de los síntomas y cómo hacerlo, los problemas con la medicación continuarán.
Porque no es lo mismo salir de una consulta pensando que te han impuesto un tratamiento, que te lo han puesto, o que te lo han propuesto.
Sobre el autor
Dr. Juan Luis Aramburu
Médico de familia del Equipo Clínico de ATAM