El hecho de tener síntomas físicos (sentir algún dolor o sensación de disconfort) es algo muy frecuente. De hecho, todos los experimentamos en algún momento en nuestra vida.
Habitualmente uno se siente mejor con el tiempo. Si no es el caso, podemos consultar a nuestro médico, pero a veces no es posible encontrar una causa incluso después de haber realizado analíticas y pruebas complementarias.
Este tipo de síntomas son frecuentes. Se le llaman «síntomas no explicados por las ciencias médicas”. Dado que no son debidos a una enfermedad médica en el organismo.
Los síntomas que no pueden ser explicados médicamente pueden crear una gran frustración ya que:
- Las pruebas que se hacen son todas normales, aunque todavía se tienen los síntomas.
- Una parte importante de mejorar consiste en entender los síntomas que se experimentan, y esto no se produce en estos casos.
- La persona puede sentir que los demás piensan que los síntomas son imaginarios o que se los está inventado.
Síntomas más frecuentes
Los síntomas más frecuentes son:
- Dolor muscular y de articulaciones.
- Palpitaciones.
- Dolor de espalda.
- Cansancio.
- Dolor de cabeza.
- Mareos.
- Dolor en el pecho.
- Problemas de estómago y digestivos.
Estos no son los únicos síntomas que la medicina no puede explicar. Otros problemas incluyen convulsiones, falta de aire, parálisis, debilidad en las extremidades, entumecimiento y hormigueos.
Causas de los síntomas
Cuando algo no funciona en nuestro organismo, generalmente hay una causa física que lo puede explicar. Por ejemplo, problemas de estómago pueden ser debidos a una infección, o palpitaciones pueden ser debidas a un problema cardiaco.
¿Qué ocurre cuando no encontramos una explicación física para estos síntomas? Una posibilidad es tratar de comprender y explicar estos síntomas mirando cómo nuestros pensamientos, sentimientos y estresores pueden afectar a nuestro cuerpo.
Cómo se conectan cuerpo y mente
Frecuentemente pensamos en nuestra mente y cuerpo como si estuvieran separados el uno del otro. En realidad, están conectados y trabajan conjuntamente.
Las investigaciones han mostrado que existe una comunicación recíproca entre nuestro cuerpo y nuestra mente.
Hay señales que viajan a través de los nervios desde el cerebro hasta el cuerpo; y a vuelven de nuevo desde el cuerpo al cerebro.
Productos químicos llamados hormonas, circulan por la sangre. Algunos son producidos por el cerebro y afectan el cuerpo, otros son producidos por el cuerpo y afectan el cerebro.
Cada día pensamientos, emociones y estresores juegan un papel en los cambios que se producen en nuestro cuerpo. Algunos ejemplos son:
- Cuando sentimos vergüenza nos sonrojamos.
- Sentir mariposas en el estómago cuando estamos asustados o preocupados.
- Sentir un “nudo en la garganta “cuando estamos afectados emocionalmente.
También sabemos que la forma de pensar y sentir nos puede hacer enfermar. Por ejemplo:
- Cuando estamos deprimidos el dolor que sentimos empeora.
- Estar estresados crónicamente nos hace tener la tensiona arterial alta y es un factor de riesgo para tener un infarto.
Y una enfermedad somática puede hacernos sentir bajos de ánimos o ansiosos.
El problema del dolor crónico
Generalmente sentimos dolor cuando existe una lesión o problemas en nuestro organismo. Sin embargo, también podemos sentir dolor cuando no existe una conexión con nuestro sistema nervioso que se pueda demostrar empíricamente. Un ejemplo es el dolor producido por una herida, lo cual es normal. Pero en ocasiones el dolor continua después de que la lesión ha sanado.
Actualmente se piensa que el dolor crónico ocurre cuando los nervios intactos y determinadas áreas del cerebro no funcionan correctamente.
El dolor nos puede hacer sentir bajos de ánimo, especialmente cuando acontece por un tiempo prolongado. Al mismo tiempo, la depresión baja nuestro umbral de dolor y hace que el dolor empeore.
Por tanto, se genera un círculo vicioso de dolor y depresión en el que cada componente hace que empeore el otro.
Tratamientos
Antidepresivos
La medicación antidepresiva no solo es útil para tratar la depresión y ansiedad asociados a los síntomas que la ciencia médica no puede explicar. Además, son útiles para tratar el dolor, e incluso se ha visto que mejoran los síntomas cuando no existe depresión asociada.
Psicoterapia
La posibilidad de ser escuchado y establecer una relación terapéutica mejora estos tipos de síntomas.
Terapia psicoanalítica
Esta aproximación está indicada cuando existen problemas de trauma infantil y es necesario indagar en las relaciones tempranas.
Sobre el autor
Dr. José Antonio García
Psiquiatra del Equipo Clínico de ATAM