Insomnio, ansiedad y depresión: entenderlos para vivir mejor

EQUIPO CLÍNICO DE ATAM

La mente es, sin duda alguna, el instrumento más complejo y sofisticado con el que la evolución ha dotado al ser humano para manejarse en la vida y en su entorno.

Es muy reciente la posibilidad de atisbar cuál es la naturaleza de la mente. Es muy reciente que las neurociencias han descifrado parte  del funcionamiento del cerebro y su relación con la mente, y qué implicaciones tiene para nuestra vida diaria tener un mayor conocimiento de esta relación.

De forma muy resumida, se puede decir que tenemos un cerebro antiguo, relacionados con las pulsiones, instintos y emociones primarias. Y un cerebro nuevo -fundamentalmente el lóbulo frontal-, con el que pensamos, imaginamos y creamos. Estos dos cerebros, en ocasiones, entran en conflicto, creando dificultades de tipo psicológico y, a veces, de tipo físico.

 

Cerebro nuevo y mucho más que estrés

 

¿Y cuál es la relación entre estos dos cerebros y por qué se producen dificultades? Para responder a esta cuestión, imaginemos que estamos paseando tranquilamente un día soleado de otoño por un parque en nuestra ciudad, y de pronto nos encontramos con un león en nuestro camino.

Imaginemos que, gracias a los reflejos e intuiciones de nuestro cerebro primitivo, nos da tiempo a reaccionar y a refugiamos en un edifico cercano. Hasta que al rato llega la policía y veterinarios que se encargan de sedar al león y devolverlo al zoológico de donde había escapado. Pues bien, nosotros estaremos contentos y aliviados de haber salvado la piel, pero es probable que nuestra imaginación, (nuestro cerebro nuevo) comience a pensar en las consecuencias de que el león nos hubiera atacado. Nos imaginamos los dientes y garras del león, qué hubiera pasado con nuestros seres queridos si el león nos hubiera devorado, quién iba a cuidar de nuestros hijos pequeños…

Por una parte, el cerebro antiguo nos permitió reaccionar con rapidez para salvar la piel. Pero por otra, el cerebro nuevo nos induce a entrar en rumiaciones muy desagradables sobre las consecuencias (no reales) de nuestra aventura, originado ansiedad. ¡Esto no le hubiera pasado a una cebra, que no hubiera sido capaz de quedarse pensando en las consecuencias del ataque! (ejemplo cortesía de mi amigo Paul Gilbert)

 

Estrés, depresión y ansiedad

 

La gran mayoría de nuestras preocupaciones en la vida son falsas, no se convierten en realidad. Pero esos mismos pensamientos negativos tienen un efecto físico en nuestro organismo, aumentando el cortisol, que es la hormona del estrés. El estrés es neurotóxico, destruye neuronas y produce depresión ansiedad y, en casos graves, psicosis.

La ansiedad prolongada afecta también al contenido de serotonina en sangre. La serotonina es un neurotransmisor que está relacionado con el estado anímico. Hay bajos contenidos de serotonina en las personas deprimidas. Por eso es muy común que la ansiedad y la depresión se presenten juntas en la práctica clínica.

 

Patologías del sueño: conexión con la ansiedad y la depresión

 

Ya hemos visto cómo la ansiedad y la depresión están íntimamente relacionadas. Al mismo tiempo, sabemos que un 75% de las personas con depresión sufre problemas para conciliar o mantener el sueño.

Las personas que padecen depresión disminuyen la calidad y eficacia de su sueño. De hecho, suelen despertarse frecuentemente durante la noche y el llamado sueño REM se acorta, produciendo una sensación de cansancio e irritación durante la jornada que hace sentirse peor a las personas que sufren ansiedad y depresión.

A la luz de lo que hemos visto anteriormente, se puede concluir que si conseguimos dormir bien nuestra ansiedad y estado anímico mejorará, y que si conseguimos tratar y mejorar nuestra ansiedad y/o depresión, dormiremos mejor.

 

El psiquiatra tratará de dar medicación que ayude con la ansiedad y depresión y que al mismo tiempo ayude a dormir. Existe medicación antidepresiva que ayuda también a dormir y reducir la ansiedad, como la mirtazapina y la trazadora. Por otra parte se puede recetar medicación hipnótica que ayude con el insomnio y la ansiedad, como las benzodiazepinas.

Además, el ejercicio físico aumenta la producción de BDNF, factor de crecimiento de las neuronas, estimulando la neurogénesis y combatiendo el efecto neurotóxico del cortisol.

Las psicoterapias ayudarán a diferenciar lo que es fantasía de la realidad. Así como a corregir distorsiones cognitivas. Y, finalmente, el conocimiento de técnicas básicas de manejo de los pensamientos como el mindfulness de segunda generación (terapia basada en la compasión), nos enseñará a tratarnos mejor a nosotros mismos y a ser amables en la conversación interior que todos realizamos cada día.

 

 

Sobre el autor

Dr. José Antonio García

Psiquiatra del Equipo Clínico de ATAM

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