El sueño es un proceso vital básico que es necesario para sobrevivir, tiene una función reparadora y restauradora a diversos niveles.
En etapas críticas de la vida, es decir en aquellas en las que el cerebro está experimentando cambios muy drásticos y acelerados, es cuando se requiere dormir más. Estas etapas son los primeros dos años de vida y la adolescencia.
En todo momento, el sueño cumple en el cerebro dos mecanismos fundamentales que nos permiten analizar su complejidad e importancia: participa en los procesos de plasticidad cerebral y es indispensable en los procesos de neurorreparación.
Esta alteración provoca que se vean afectados distintos procesos y pueden generar problemas como:
- Disfunción atencional.
- Conducta hiperactiva e impulsiva.
- Dificultades en la memoria y el aprendizaje.
- Sobrepeso.
- Alteración en el crecimiento.
- Desánimo, cansancio, poca iniciativa y tendencia al sedentarismo.
- Infecciones más frecuentes.
- Alteraciones en la alimentación.
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) abarca un amplio espectro de trastornos que se caracteriza por un déficit en la comunicación e interacción social en diversos contextos, unido a patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades. Los síntomas se presentan en las primeras fases del período de desarrollo de la persona. Aunque pueden no manifestarse totalmente hasta que las demandas sociales superan sus limitaciones. También pueden permanecer enmascarados por estrategias y comportamientos aprendidos.
Hay que constatar que existe una mayor incidencia en esta patología en el sexo masculino que en el femenino.
Alteraciones del sueño en TEA
Según un estudio reciente, los problemas del sueño afectan al 64% de los niños con TEA. Este porcentaje es mucho más frecuente que en la población general de niños normotípicos de las mismas edades, donde la prevalencia de problemas del sueño puede rondar hasta un 30%.
Podemos encontrar muchas y muy variadas causas identificadas en la alteración de sueño en el trastorno de espectro autista. Entre todas ellas destacan las siguientes:
- Afectación en la organización y maduración cerebral. Deficiencia en la fase REM que provoca una disminución del tiempo en la cama y del tiempo total del sueño. Un aumento del sueño sin fases de diferenciación, una organización inmadura de las ondas cerebrales que caracterizan estas etapas y una posible disfunción de las vías monoaminérgicas excitadoras.
- Genes circadianos. Anomalías genéticas que alteran el comportamiento de los circuitos de retroalimentación positivos y negativos que modifican la expresión del gen del reloj biológico en el ritmo circadiano.
- Ritmo retrasado en la liberación de melatonina. Provoca una menor producción de melatonina ocasionando una latencia prolongada del sueño, y dificultad en el mantenimiento del sueño nocturno en niños con TEA.
- El “estado de hiperexcitación” que se presenta en un subgrupo de niños con TEA podría explicar la presencia de insomnio en este grupo. Se identifica predominantemente como el insomnio conductual de la niñez.
- Los trastornos del procesamiento sensorial relacionados con umbrales bajos pueden facilitar una hiperreactividad sensorial. Los niños con TEA pueden reaccionar de forma exagerada a los estímulos, condicionando dificultades para quedarse dormidos. Esta respuesta puede darse ante estímulos visuales, auditivos y táctiles.
¿Se puede hacer algo para mejorar la calidad del sueño?
Como se ha expuesto al inicio de este artículo, el sueño es un proceso vital básico que interviene en el desarrollo cerebral y afecta al desarrollo personal. Por todo ello, lo más importante sería identificar si realmente existe una patología en el sueño, acudiendo a nuestro médico de atención primaria y plantearle la problemática. Según su criterio, podrá enviar a realizar un estudio de sueño en un centro especializado con el fin de analizar de manera exhaustiva su problema.
De manera transversal a todo esto, podemos realizar las siguientes pautas de higiene de sueño que comprenden una serie de hábitos de conducta que facilitan el comienzo y el mantenimiento del sueño.
Recomendaciones para mejorar la calidad del sueño
Aquí se recogen algunas recomendaciones para favorecer una mejor calidad de sueño:
- Establecer una rutina estable con la hora de acostarse. Esto es muy importante no variarlo los fines de semana, ya que favorece la regulación del ritmo circadiano y contribuye a disminuir el tiempo de latencia para conciliar el sueño.
- Antes de dormir, crear una rutina relajante previa que ayude a dar señales a nuestro cuerpo de que vamos a iniciar el sueño. La rutina puede durar unos 20 minutos e incluir; un baño, ponerse el pijama y/o leer.
- Crear un ambiente relajado en el entorno antes de meterse en la cama, y trasmitir tranquilidad y seguridad.
- Evitar actividades estresantes en las horas previas de acostarse.
- Evitar el uso de dispositivos electrónicos con emisión de luz al menos dos horas antes del horario de sueño habitual (TV, Tablet, ordenador). Su luz activa el sistema nervioso central, evitando la liberación de melatonina y empeorando la conciliación del sueño.
- Realizar ejercicio físico 4-5 días a la semana, evitando realizarlo antes de acostarse.
- Disfrutar de unos minutos al día al aire libre.
- Los alimentos ricos en triptófano como, por ejemplo, los lácteos, el plátano, el pescado azul y los frutos secos pueden ayudar a conciliar el sueño al ser percusores de la liberación de la melatonina y la serotonina.
- Mantener la habitación limpia y ordenada hará que el ambiente sea más adecuado para conciliar el sueño.
- Dormir en oscuridad y silencio, no dejando la televisión o música encendidos.
Sobre el autor
Miguel Ángel Blázquez
Psicólogo del Equipo Clínico de Atam