La depresión en las personas mayores

EQUIPO CLÍNICO DE ATAM

La depresión y la ansiedad son los trastornos mentales más comunes en las personas mayores. Pueden dar lugar a consecuencias graves que pueden derivar en situaciones de discapacidad y dependencia. Sin embargo, a pesar de ser tan frecuentes, a menudo no son fácilmente detectables. Suelen confundirse con otras enfermedades y a menudo se los atribuye al proceso natural de envejecer; de ahí que muchos casos no son diagnosticados ni tratados a tiempo.

 

¿Por qué los mayores se deprimen más que la población más joven?

La vejez supone la época de mayor fragilidad afectiva del ser humano. A los cambios biológicos se suma que a lo largo de la vida acontecen y, sobre todo se acumulan, numerosas e importantes pérdidas que pueden afectar, no sólo a nivel emocional sino también a su condición física y a su situación social. Algunos ejemplos son la llegada de la jubilación, (muchas veces acompañada de pérdidas económicas) un cambio en el rol familiar, pasando de padres y cabezas de familia al papel de abuelos, generalmente con menor participación en la dinámica familiar, duelos frecuentes por amigos o cónyuges fallecidos, etc. Todo ello obliga a una adaptación, que dependiendo de cada persona, se afrontará de una manera más o menos exitosa, lo que puede derivar en problemas de ansiedad y depresión.

 

¿Qué consecuencias conlleva la depresión?

– Aislamiento social.
– Empeoramiento de la calidad de vida.
– Incremento del uso de los servicios de salud.
– Deterioro físico.
– Deterioro mental
– Mayor riesgo de mortalidad con incremento en la tasa de suicidios que es más elevada en las personas mayores que en otros grupos de edad.

Para prevenir una depresión en las personas mayores es necesario conocer los factores de riesgo para su desarrollo:

– Muerte reciente del cónyuge o ser querido.
– Enfermedad médica o quirúrgica.
– Deterioro físico o mental progresivo.
– Escaso apoyo social, soledad.

 

¿Cuándo debe saltar la alarma?

No se debe confundir depresión con duelo, que es la reacción emocional reactiva y habitual frente a una pérdida (fallecimiento de seres queridos, separación conyugal…). Normalmente se resuelve en aproximadamente seis meses sin necesidad de tratamiento.

Es normal sentirse desanimado temporalmente ante determinadas circunstancias, forma parte de la vida. Sin embargo, no es cierta la creencia generalizada por parte de la sociedad de que en la vejez existe una carencia de actividades placenteras.

Existen muchos tipos de “trastornos afectivos”, entre los que se incluyen las depresiones, cuyo diagnóstico varía según su sintomatología, duración, intensidad…En general, podríamos sospechar una posible depresión ante una alteración del estado de ánimo, si la tristeza intensa se vuelve desproporcionada durante más de 2 semanas y, sobre todo, que impide a la persona seguir realizando las actividades cotidianas.

La alarma debe surgir cuando se produce un desajuste importante y mantenido en el tiempo en las relaciones sociales, el ámbito laboral-ocupacional y en definitiva en la vida diaria.

 

Síntomas más recurrentes

La persona con depresión pierde el interés y la ilusión de vivir, no disfruta con nada e interpreta negativamente todo lo que le pasa, especialmente lo que le sucedió en el pasado. Junto a la tristeza aparecen otra serie de síntomas como alteraciones del sueño y el apetito, quejas acerca de dolores persistentes o fatiga constante y en algunas ocasiones incluso alteraciones del contenido del pensamiento (delirios) que complican más la vida del paciente deprimido. Sin embargo, se calcula que menos de un 2% de las personas mayores que sufren estos síntomas consultan explícitamente por tristeza. Con más frecuencia las manifestaciones en los mayores suelen ser atípicas y parecidas a otros problemas. Algunos ejemplos son: dolencias físicas recurrentes, irritabilidad, apatía excesiva o problemas de memoria (hasta el punto que en ocasiones se confunde con la demencia) descuido de su higiene personal, pensamientos obsesivos, pensamientos de muerte reiterativos, etc.

Es importante saber que los mayores deprimidos lloran menos, y que una depresión podría incluso esconderse detrás de una cara aparentemente sonriente.

El papel de las familias en el diagnóstico precoz de la depresión es fundamental. Ante los síntomas mencionados se debe consultar con un médico. Sólo un especialista será el que determine la indicación del tratamiento, que suele consistir normalmente en tratamiento farmacológico y/o psicoterapia.

 

¿Cómo sobreponerse a las dificultades? ¿Se puede prevenir la depresión?

Es posible protegerse contra la depresión desarrollando actitudes positivas y hábitos de vida saludables.

– Intenta mantener una actitud positiva ante la vida. Lo importante no es lo que nos sucede sino cómo afrontamos lo que nos sucede.
– No te dejes llevar por ideas preconcebidas sobre la vejez. Cada etapa de la vida puede ser plena si se vive con optimismo.
– Aprende a disfrutar de las pequeñas cosas. Compartir el tiempo en compañía de familiares o amigos, apreciar un bonito paisaje, saborear una comida o escuchar música…
– Participa en actividades organizadas en el barrio o tareas de voluntariado.
– Huye de la soledad, acepta los ofrecimientos de los demás. Todavía tienes mucho que ofrecerles.
– Evita el consumo de tabaco y el alcohol, que lejos de hacer olvidar los problemas predispone y empeora los síntomas de la depresión. Además puede interaccionar con otras medicinas.
– Apuesta por los beneficios del ejercicio físico que a través de la liberación de unas sustancias llamadas “endorfinas” produce sensación de bienestar y reduce los dolores.
– Lleva una alimentación adecuada, algunos tipos de alimentos estimulan en nuestro organismo las sustancias que nos ayudan a estar más contentos. Debes comer bien para afrontar las adversidades que surjan en las mejores condiciones físicas.

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