Hoy en día, muchos de nuestros trabajos se han vuelto más inactivos, con largas jornadas sentados en un escritorio, a menudo frente a un ordenador. En países tan desarrollados como EE.UU. por ejemplo, menos del 20% de los trabajadores tiene un trabajo físicamente activo. Adicionalmente, nos desplazamos en coches, autobuses y trenes, en lugar de hacerlo caminando o realizando algún ejercicio como ir en bicicleta. Eso sin mencionar el teletrabajo, que con la pandemia, en muchos casos, ha llegado para quedarse.
Pero es que incluso durante nuestro tiempo libre muchas veces nos quedamos sentados. Ya sea frente a un ordenador, tablet o móvil, viendo la televisión o jugando a videojuegos.
Con el paso de los años, ya en la edad madura, nuestra vida de un modo natural tiende a ser más sedentaria. Como consecuencia aparecen los problemas físicos y también en muchos casos, una disminución de la vida social.
¿Qué significa ser sedentario?
El sedentarismo es un estilo de vida en el que apenas nos movemos o tenemos actividad física. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define como “inactivas” a las personas que realizan menos de 90 minutos de actividad física a la semana.
Según señala la OMS, al menos un 60% de la población “no realiza la actividad física necesaria para obtener beneficios para la salud”. La gente pasa cada vez más tiempo de forma sedentaria y España es uno de los cuatro países más sedentarios de Europa.
Consecuencias de una vida sedentaria
- Quemamos menos calorías: Esto hace que tengamos más probabilidades de subir de peso.
- Puede perderse masa muscular y resistencia, al dejar de usar los músculos.
- Los huesos se debilitan, ya que pueden perder parte de su contenido mineral.
- El metabolismo puede verse afectado, de modo que el cuerpo tenga más problemas para sintetizar grasas y azúcares.
- El sistema inmunitario puede no funcionar de la manera más eficiente.
- La circulación de la sangre puede empeorar.
- Puede desarrollarse un desequilibrio hormonal…
Esto se traduce en más riesgos para la salud, de los que nos advierte la OMS:
- Sobrepeso u obesidad. Incrementa el riesgo de padecer estas patologías a las que se asocian a su vez problemas metabólicos y de salud.
- Enfermedades cardiovasculares. Duplica el riesgo de sufrirlas, así como de padecer diabetes tipo II e hipertensión arterial. La inactividad física está detrás de hasta el 27% de los casos de diabetes y del 30% de las cardiopatías isquémicas, es decir, de la angina de pecho y el infarto agudo de miocardio.
- Muerte prematura. Las personas sedentarias tienen entre un 20 y un 30% más de probabilidades de morir en edad temprana que las no sedentarias.
- Menopausia. Las mujeres sedentarias se ven más afectadas por sus efectos.
- Cáncer. El sedentarismo aumenta el riesgo de padecer algunos tipos de cáncer, hasta un 25% en los cánceres de mama y de colon.
- Depresión. Las personas que practican ejercicio físico de manera habitual, tienen menos posibilidades de padecer depresión.
Un equipo de investigadores de China (Universidad de Qindao, 2013) concluyó, después de revisar estudios elaborados en cuatro continentes, que las personas que siguen conductas sedentarias tienen un 25% más de probabilidades de sufrir depresión que la gente que mantiene un estilo de vida activo. Además, detectó diferencias según la actividad. Ver la televisión aumenta el riesgo un 13%, mientras que utilizar Internet lo aumenta un 22%. Aunque estos resultados obligan a seguir investigando, la conclusión es clara: “Muévase más y siéntese menos”.
Otros estudios más recientes como el de Ramakrishnan, de 2021, ha demostrado que unos mayores niveles de actividad física a intensidad moderada y vigorosa, así como su volumen total, están inversamente relacionados con el riesgo de enfermedad cardiovascular. En definitiva, «algo de actividad física es buena, pero más actividad es todavía mejor».
Evitar el sedentarismo
Evitar el sedentarismo y todos estos riesgos es sencillo. Tan solo tenemos que comenzar a practicar una actividad física frecuente y adecuada a nuestras capacidades. Los beneficios se experimentan tanto en el cuerpo como en la mente.
Para que nuestra salud cardiorrespiratoria se beneficie de la actividad física, la OMS recomienda seguir unas pautas según la edad. Los niños y adolescentes deben realizar 60 minutos diarios de actividad moderada o intensa. Los adultos a partir de los 18 años deben practicar al menos 150 minutos semanales de actividad moderada.
Así que no hay más excusas. ¡A moverse!
Sobre el autor
Dr. César Hernández de la Peña
Médico rehabilitador del Equipo Clínico de ATAM