Inicialmente se presuponía que la COVID era una infección que afectaba exclusivamente al sistema respiratorio. Esto es debido a que los principales síntomas eran tos, la disnea o falta de aire o la neumonía bilateral grave. Sin embargo, se comenzó a observar que existían otros síntomas que afectaban al sistema nervioso. Estos se producían tanto en el momento agudo de la infección como semanas más tarde. Algunos de estos síntomas neurológicos incluyen cefaleas, anosmia (falta de olfato; se ha convertido en uno de los síntomas más típicos y frecuentes de la infección por COVID) o incluso dolores musculares.
A pesar de que han transcurrido pocos meses y es pronto para conocer todos los efectos secundarios a largo plazo de la infección por COVID, ya se dispone de algunos estudios. Estos aportan nuevos datos sobre los distintos síntomas que ocurren. Muestran que entre el 6% y el 50% de los pacientes afectados con COVID acaban desarrollando algún síntoma neurológico.
Esta amplia variedad de síntomas neurológicos puede aparecer durante la infección por COVID y pueden deberse a distintas causas. Destaca el daño directo o indirecto del tejido cerebral por la liberación de sustancias inflamatorias como respuesta al COVID. Otros serían la insuficiencia respiratoria, la gravedad de la situación clínica o efectos secundarios de algunos tratamientos.
Síntomas de la COVID que afectan a nuestro cerebro
Algunos de estos síntomas neurológicos son inespecíficos y se presentan sobre todo en etapas más precoces de la infección por COVID. Éstos serían la anosmia, la disgeusia (alteración del sabor), cefalea, mialgias o dolores musculares y mareo. Tanto la anosmia como la disgeusia tienden a ocurrir de forma precoz. En el 60% de los casos se trata de la primera manifestación clínica y se dan de forma más frecuente en casos con menor severidad.
En casos de enfermedad por COVID más grave o en fases más avanzadas, es más común que ocurran otras alteraciones a nivel neurológico. Normalmente se producen en pacientes hospitalizados, siendo especialmente frecuentes las alteraciones de consciencia. Existen otros síntomas diversos como son la afectación muscular (miopatía), las enfermedades cerebrovasculares (sobre todo ictus trombóticos), la encefalopatía o las crisis epilépticas. Algunos de estos síntomas, como las enfermedades cerebrovasculares pueden aparecer en etapas tardías o incluso durante la recuperación de la infección.
También se han detectado síntomas que afectan a la esfera neuropsiquiátrica en un gran porcentaje de pacientes. Ejemplos de esto son el insomnio (con mayor frecuencia), la ansiedad, depresión y psicosis.
Así mismo, se han observado déficits en las tareas de atención sostenida. Éstas permiten mantener el foco atencional en una actividad durante un largo periodo de tiempo en pacientes ya recuperados de la infección. También influye en los problemas de concentración, atención y de memoria. Estas alteraciones cognitivas se están observando en personas que se han recuperado de la COVID-19 y que experimentan estados descritos como “niebla cerebral” (brain fog). Esto implica dificultad en concentrarse y focalizar los pensamientos que pueden interferir con las capacidades de memorizar y recuperar recuerdos.
Problemas asociados y enfermedades neurodegenerativas previas
Algunos de los estudios consultados afirman que aquellos pacientes que precisaron ventilación en la UCI tenían problemas de atención, memoria y funciones ejecutivas. Estas alteraciones no las tenían antes de la infección y no estaban presentes en las personas asintomáticas.
La mayor parte de los síntomas neurológico producidos por la infección por COVID son transitorios y suelen desaparecer al cabo de varias semanas. Sin embargo, existen algunos síntomas, especialmente a nivel cognitivo, que pueden persistir a lo largo del tiempo. También pueden reaparecer varios meses después, especialmente en pacientes que han precisado un ingreso más prolongado.
No hay que olvidar tampoco el empeoramiento de las personas que ya tenían alteraciones cognitivas previas debido a enfermedades neurodegenerativas. Ejemplos serían secuelas de un daño cerebral adquirido, o debidas a trastornos del desarrollo. El confinamiento no les ha permitido seguir con regularidad el proceso de rehabilitación y, en algunos casos, ha agravado la sintomatología emocional y conductual por el aislamiento social, aumentando la ansiedad, el insomnio o la depresión.
A pesar de que el virus causante de la COVID se conoce desde hace poco, ya se ha comprobado que produce síntomas a nivel neurológico y que algunos de ellos pueden persistir durante un largo tiempo a pesar de haberse curado la infección. Por ello, es fundamental realizar una evaluación de los déficits de manera generalizada en todas las personas afectadas. Incluso cuando sus síntomas hayan sido leves y de corta duración. Así mismo, el seguimiento a largo plazo es de vital importancia para diseñar estrategias de rehabilitación neuropsicológica para reducir el impacto funcional de las secuelas cognitivas.
Sobre el autor
Dra. Isabel Bustamante
Neuróloga del Equipo Clínico de ATAM